Presentimiento

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Presentimiento




Severus observó cómo Harry anudaba cuidadosamente el trozo de pergamino a la pata de la lechuza parda que llevaría la carta a los Weasley.


— ¿Estás seguro que lleva suficientes hechizos?

— Relájate, Snape, te prometo que nadie que no sea Arthur podrá leer la carta, si alguien más que no sea él le pone una mano encima se incinerará enseguida.

— ¿Y la lechuza?

— Completamente adiestrada, no regresará con nosotros hasta dentro de dos semanas, tiempo suficiente para que cualquiera piense que tiene órdenes de no regresar, se olvidarán de ella.

— ¿Y si no?

— Y si no, entonces se llevarán un chasco, porque no volverá aquí sino a un campanario en el sur de Londres... A propósito, solo necesito que hagas un traslador para ir a ese lugar y recoger la respuesta de Arthur.

— Bien, menos mal, comenzaba a pensar que harías todo sin mí.


Harry sonrió para sí mismo, dejó que la lechuza comiera un poco antes de ir a sentarse junto a Severus acurrucándose en sus brazos y ronroneándole en el cuello.


— Hay cosas que no podría hacer sin ti.

— Con estos bultos creo que ni eso. —gruñó Severus mientras se acariciaba dulcemente su abdomen globoso.

— Ay, Sev, me parece increíble que idees modos de escapar de cualquier problema y no tengas imaginación para nuevas posiciones.

— ¿Ah eso crees?... ya verás, mocoso impertinente.


El ojiverde ni tiempo tuvo de reír como era su intención, Severus le colocó la palma sobre el pecho empujándole suavemente contra el diván en el que estaban abriéndole las piernas para que quedaran a cada lado del mueble, entonces le deslizó un poco más hacia la orilla de tal manera que las caderas de Harry quedaran en firme pero él pudiera arrodillarse sobre la alfombra entre las piernas del ojiverde.


— Creo que... esto empieza a interesarme. —jadeó Harry cuando sintió las manos de Severus masajeándole sus muslos.


Aún sobre la ropa aquello era realmente estimulante, empezaba a sentir que el pantalón le ajustaba cada vez más y su pelvis se empujaba hacia arriba en busca de más roce. Eso le recordó el momento en que tuvo un orgasmo recargado en el árbol del colegio y no pudo evitar soltar una suave risa.


— ¿Acaso esto te causa gracia? —susurró Severus deslizando sus manos para apretar el bulto prominente en la entrepierna de su pareja,

— Mmmm, no. —gimió extasiado por la caricia pero casi enseguida volvió a reír—. Perdona, es que me acordé de algo gracioso.

— ¿Te estoy seduciendo y tú tienes tu mente en otro lado?

— No te enfades. —pidió tomando aire para dejar de reír, en cierto modo le consolaba que Severus no había detenido sus caricias lo que indicaba que no estaba del todo ofendido, pero sí curioso—. Recordé la noche que dormimos juntos junto al lago, aquella ocasión que me escapé con Draco para ir al partido de Quidditch con Ron.


Saber eso aumentó la curiosidad de Severus. Decidió que quería realmente saber porqué Harry recordaba eso precisamente en aquel momento y se detuvo para escucharle. El ojiverde se apoyó sobre sus codos sonriéndole.


— ¿Porqué es tan gracioso recordar esa noche?... ¿Acaso hiciste algo más durante esa excusión?

— No precisamente. —aseguró arqueando pícaramente su ceja izquierda—. Más bien fue cuando amaneció.

— Me estás confundiendo, Harry.

— ¿Recuerdas que esa noche me abrazaste y dormimos muy juntos? —preguntó, y al obtener una respuesta afirmativa, continuó—. Bien, pues cuando desperté, tú tenías tu rostro apoyado en mi cuello, tu respiración era bastante caliente y tus labios rozaban mi piel.

— Oh, vaya... ¿en serio? —cuestionó perturbado, ni siquiera recordaba bien eso, tan solo no olvidaba que nunca se había despertado abrazado de nadie, y le gustó.

— Sí, bueno, tan solo diré que me ayudó mucho haber llevado la capa de viaje aún... o habrías notado manchas que no eran de césped en mis pantalones.


A Severus le tomó un par de segundos comprender a lo que se refería Harry, y cuando lo hizo, sonrió ampliamente.


— Haz conseguido que mi boca se haga agua.


Rápidamente Severus volvió a acomodarse entre las piernas de su pareja, y luego de desabrocharle el pantalón le ayudó a levantar sus caderas para poder sacarle toda su ropa y dejarle completamente desnudo de la cintura hacia abajo. Harry recostó su cabeza sobre el diván, sabía lo que sucedería a continuación y ya podía sentir su miembro palpitando en deseo.


La cálida humedad de la boca de Severus rodeándole su pene arrancó un prolongado jadeo en el ojiverde. Sus dedos se afianzaron con fuerza en el forro de piel del diván mientras apretaba sus párpados sintiendo como la succión de Severus le llevaba al paraíso.


Me he enamoradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora