Sebastian Antonescu

899 95 10
                                    


Sebastian Antonescu





Severus terminó de enviar a todos los candidatos de regreso a sus hogares y entonces se giró a mirar a Harry. Éste continuaba de pie observando a su elección, necesitó de tomar aire para sacarse una ligera molestia que le aquejó de repente a su estómago.


— Creo que te gustó bastante ¿cierto? —comentó apostándose junto al ojiverde.

— Me parece que es... interesante.


Harry no dejó de mirar al joven, no aparentaba tener más de veinticinco años, quizá apenas sobrepasaría los veinte. Su cabello era oscuro, no demasiado largo, de apariencia casual, sin peinados meticulosos, más bien lo dejaba libre dándole un aspecto como de un chico bohemio.


Tenía un mentón firme, nariz elegante y que en ese momento parecía fruncirse un poco, Harry pensó que probablemente estaba intentando resistirse al hechizo que lo mantenía en letargo y le frustraba no poder conseguirlo. Sonrió, seguramente jamás podría vencer un encantamiento de Severus, él era demasiado poderoso para cualquiera, pero le gustó verlo intentándolo.


— Debo decir que has hecho una buena elección, Harry. —manifestó Severus mirando también al apuesto joven—. Su nombre es Sebastian Antonescu, proviene de Rumania aunque su madre era de origen inglés.

— ¿Era?

— Sus dos padres murieron hace tiempo. Antonescu es un apellido importante en ese país y en Sudáfrica, ahí poseen algunas minas aunque Sebastian no se encarga de ellas, vive en Rumania junto a su hermana menor.

— ¿A qué se dedica?

— Es investigador. —respondió con un extraño deje de orgullo en su voz—. Ama las pociones ¿sabes?


Harry sonrió aún más, era notable la satisfacción que provocaba en Severus esa información, en ese momento le hubiese gustado haberse mostrado más entusiasmado en Pociones, seguramente Severus le miraría como miraba a Sebastian.


— ¿Y qué haremos ahora?

— Lo despertaré y hablaremos con él... y entonces a esperar tener un poco de suerte.

— ¿Crees que acepte? Es una proposición muy extraña la que le haremos.

— Elegí a Sebastian por un aspecto en particular... Es una persona generosa, tengo muchas esperanzas en él.


Harry asintió. Dio un paso hacia atrás con los nervios a flor de piel, sin embargo no podía negar que también se sentía curioso por conocer a ese chico y descubrir si solo eran las pociones lo que le asemejaba a Severus.


El profesor realizó un conjuro que Harry jamás había escuchado. Se mantuvo expectante hasta que Sebastian abrió los ojos, y no pudo evitar sentirse desilusionado al ver que sus irises eran tan azules como dos zafiros... Pensó que le habría encantado que fuesen profundamente negros.


El joven rumano palideció al verse en ese sitio desconocido, no podía ver el rostro de las dos personas que tenía enfrente debido a las luces que se proyectaban directamente sobre él haciéndole sentir como una presa en exhibición.


Quiso buscar su varita pero no estaba en el bolsillo de sus jeans, donde siempre acostumbraba ocultarla. El miedo que sintió pudo disimularlo tras de una expresión de furiosa indignación.


— ¡¿Quiénes son ustedes?!... Les advierto que no soy alguien fácil de vencer.

— Lo sabemos. —respondió Severus sin exaltarse.


El profesor terminó de iluminar el saloncito, y los ojos azules de Sebastian se fijaron instintivamente en quien parecía el personaje más inverosímil de encontrar en un secuestro. Harry le miraba en silencio, y su aspecto de estudiante no delataba ninguna peligrosidad. Al estudiarlo, Sebastian notó una peculiar característica en el chico de brillantes ojos verdes que parecía más nervioso que él.


— ¿Harry?... ¿Eres Harry Potter? —preguntó confundido.

— Sí... ¿me conoces?

— Tendría que haber nacido muggle para no hacerlo. —afirmó más relajado—. Y supongo que si eres parte de esto, entonces hay una buena razón para mi presencia.

— Así es, nadie te hará daño. —terció el otro hombre, desconocido para Sebastian.


Al volverse hacia él, el joven ojiazul no supo a qué atenerse, el aspecto imponente y tenebroso que irradiaba Severus en las penumbras no podía dejar de causar escalofríos a quien no le conocía.


— ¿Quién es usted?

— Mi nombre es Severus Snape.


La expresión de Sebastian fue digna de observar. Harry hasta temió que llegara a comportarse como una jovencita que saltara ante el encuentro de su ídolo, pero afortunadamente no fue así. A pesar del inmenso entusiasmo que tenía la mirada de Sebastian, supo comportarse y permanecer en su lugar, claro que sin conseguir que su respiración se recuperara.


— Es... es, de verdad, un gran honor conocerlo, Señor. —respondió titubeante—. Ahora, con mayor razón, siento curiosidad por conocer el motivo por el que me encuentro ante tan reconocidos personajes.

— Te lo diremos de inmediato. Ven a sentarte, te serviré un poco de té... ¿o prefieres vino?

— Whisky... creo que lo necesitaré.


Me he enamoradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora