Error predestinado

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Error Predestinado






La siguiente semana todo el mundo notó que algo no andaba bien con Harry. Permanecía callado más tiempo de lo habitual, su sonrisa era gris y su mirada se notaba aislada. Hasta Draco supo que ese no era el mismo Harry que conocía, a pesar de que ahora pasaba la mayor parte de su tiempo libre en sus habitaciones con sus amantes.


Todos lo notaban, con excepción de Severus.


Para Snape nada había cambiado, cuando Harry iba a verlo a sus habitaciones no lucía diferente en lo absoluto, continuaba bromeando con coquetas insinuaciones, no había renunciado a sus planes de matrimonio y se emocionaba con cada propuesta que Severus le hacía. En esas horas, Harry seguía siendo un chico enamorado y con grandes ilusiones para su vida.


Pero al salir de esas habitaciones, su sonrisa se borraba como por arte de magia, caminaba lentamente hacia su dormitorio, con las manos en los bolsillos y sin ánimo ni para hacer otra cosa más que tomar alguna poción para dormir sin sueños... y sin pesadillas.


Al entrar a su sala común, se encontró a sus amigos esperándole. Quiso pasar desapercibido así que solo les saludó de lejos y empezó a subir la escalera a su dormitorio, pero Hermione se apresuró a alcanzarlo sujetándole de la muñeca.


— No, Harry, en esta ocasión no te escaparás, ven a hablar con nosotros.

— ¿De qué?

— No finjas, sabemos que algo te pasa.


Harry suspiró cansado, se quitó los anteojos frotando el puente de su nariz, quiso sonreír pero no pudo.


— Por favor, Harry, nos tienes preocupados. —aseguró Hermione angustiada, haciendo que su amigo se sentara en un sofá entre ella y Ron, como era ya muy tarde, podían hablar sin que nadie les interrumpiera.

— No piensen en mí, ustedes tienen mucho qué hacer y mucho qué disfrutar para distraerse con mis asuntos. —les pidió amablemente.

— Ni se te ocurra volver a decir eso, eres nuestro amigo y queremos ayudarte. —intervino Ron.


Harry volteó a mirarlo de tal manera que el pelirrojo se estremeció, nunca había sido testigo de tanta desolación en una sola persona, y menos se esperó que los labios de su amigo se curvaran con ironía.


— Yo sé que somos amigos, pero denme tiempo, en unos días se me pasará, se los aseguro.

— ¿Pero qué es lo que se te pasará? —quiso saber Hermione.

— Bueno, creo que pueden entender que no es fácil de asimilar que me espiaste cuando lloré en las escaleras con Draco. —dijo dirigiéndose al pelirrojo que palideció al escucharlo—. No te preocupes, Ron, no sé porqué motivo le mostraste ese recuerdo a Snape, pero tampoco tengo ganas de saberlo.


Harry se puso de pie ya sin hacer caso del llamado de Hermione que fue tras él hacia la escalera, pero al ver que su amigo realmente no quería regresar, le dejó ir para enseguida girarse furiosa hacia su novio.


— ¡¿Le dijiste?! —le reclamó apretando los dientes.

— ¡No, yo no fui!

— ¡¿Y cómo es que se enteró?!... ¡Deja de mentir, Ronald, nadie más que tú pudo decírselo, no fuiste capaz de soportar los remordimientos y te importó poco lo que sufriera Harry!

— ¡Eso no es verdad! —se defendió poniéndose de pie—. ¡¿Porqué siempre crees lo peor de mí?!

— ¡Porque eres capaz de hacerlo, porque eres un insensible que solo piensa en sí mismo y porque tienes una bocota que ojalá te sirviera para algo más que para besar!

— ¡Yo no le dije nada, y si no me crees es tu problema!


Ron subió las escaleras furioso e indignado, pero sobre todo, muy acongojado, su peor pesadilla se hacía realidad... ahora seguramente Harry ya no iba a querer hablarle y no podía culparlo por ello. Comprendió súbitamente el porqué su amigo ya casi no platicaba con él en esos días, y apretó los labios para no ponerse a llorar. Eso sí era definitivo.


Cuando entró a su dormitorio vio las cortinas corridas de la cama de Harry, no quiso insistir para hablarle, estaba tan asustado y se rehusaba siquiera a escuchar la recriminación de Harry. Aunque la mereciera, no quería oírla, así que fue directo a su cama y también corrió sus cortinas.


Me he enamoradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora