Capitulo 18.

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No pude abrir los ojos en su totalidad, el rostro de mi asistente fue lo único que pude ver durante unos segundos antes de volver a caer en la oscuridad.

Uno...

Dos...

Tres...

—No va a dolerle coronel, solo será un ligero pinchazo — escuche la voz de Mengele antes de volver a cerrar los ojos.

Uno...

Dos...

Tres...

—Adminístrenle mas antibióticos, no debe despertar —nuevamente la jodida voz de Mengele me estremece los sentidos.

Uno...

Dos...

Tres...

—Coronel, por favor despierte, lo necesito —mi asistente lloraba a mares a un lado de mi cama.

Uno...

Dos...

Tres...

—Tu cuerpo está reaccionando bastante bien a los experimentos —sentí el frio metal de la aguja al introducirse en mi piel.

Uno...

Dos...

Tres...

Los rayos del sol estaban quemando mi piel, sentía el ardor en los parpados. Abrí los ojos con calma y mire a mí alrededor, me encontraba en la enfermería en una habitación improvisada. Varios sueros estaban conectados a mi venas, intente moverme pero un dolor púnzate que recorrió todo el cuerpo me hizo ceder ante la idea. Acaricie mi rostro con la yemas de mis dedos, tenía varios vendajes cubriendo heridas que fueron suturadas en su momento para evitar que se infectaran. Seis de mis dedos de las manos estaban rotos y tenían maderas ajustadas con pequeñas tablillas para poder regresarlos a su estado natural. Levante la sabana y mire el resto de mi cuerpo. Tenía hematomas de color negro, cuatro costillas se sentían fuera de lugar, rotas para ser más precisos. El disparo en mi pierna estaba cocido y vendado.

<< Joder, me dieron peor que a un esclavo>>

—Coronel —mi asistente entro por la puerta y me miro directamente a los ojos —¡Esta despierto!

—Algo así —me acomode en la camilla.

—No sabe cuánto le rece a Dios por su salud.

—Mmh —hice unas muecas de dolor —¿Cuánto tiempo llevo aquí?

—Tres semanas.

—¿Qué me ha hecho Mengele?

—No sabría decirle, solo le inyecta sustancias extrañas, ni siquiera las enfermeras saben que es.

<< El doctor demente esta experimentando conmigo>>

—Ayúdame a ponerme de pie —gire el cuerpo para sentarme.

—Si coronel —sujeto mi mano con fuerza.

—¡Coronel Leroy! —la única persona que no quería ver es la que se aparece en estos momentos.

—Mengele —las letras se arrastran entre mis labios.

—No puede irse aún, debe quedarse en la enfermería hasta que su situación se resuelva.

—¿Cuál de todas? —cubrí mi cuerpo con las sabanas resignado a quedarme.

—La de su situación dentro de la SS, su traición y el proceso de recuperación.

Voraz.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora