Un mes después.
Alem.
—Te deje comida en la isla de la cocina —dijo Guadalupe antes de ayudarme a preparar la pequeña maleta de Amandine. Se quedo conmigo cuidándome todo el mes. Me consintió hasta el último momento. La cultura mexicana es muy hermosa, pero a la vez algo extraña, no me quejo de ella ni mucho menos simplemente es que la forma en la que utilizan las hiervas medicinal es sorprendente. Mi amiga preparo la tina cada noche para que tomara baños calientes, por lo que me dijo, las plantitas secas que utilizo sirven para que el cuerpo regrese a la figura natural y bueno... me sirvieron de mucho —. No olvides llamarme si necesitas algo.
—Está bien —sonreí y la abracé —. Muchas gracias por todo Lupe.
—Cuida a esa hermosura —miro a mi hija con amor —. No quiero ni regresar a la residencia cuando mi lengua muere por gritarle al pendejete ese que te embarazo que ya es papá.
—Ni se te ocurra.
—Ya sabes que no. Pues... me voy, mi día tiene que comenzar —beso el piecito de Amandine antes de tomar su bolso y salir del departamento.
—Tenemos que irnos amor —cargue a mi bebé y cerré la puerta de la habitación —. Iremos a la clínica para que te revisen —los tiernos ruiditos que salieron de su boquita me enternecen. Baje por el elevador a la planta baja, algunos de los vecinos nos saludaron con cariño y alegría.
—Señora Brown, es un gusto volver a verla ¿Cómo está? —el guardia de seguridad corrió a ayudarme con la pañalera.
—Muy bien y ¿usted?
—Feliz de verla ¿Cómo esta su bebito? ¿Qué fue?
—Niña —le retire la cobijita blanca del rostro para que pudiera ver a mi bella Amandine.
—Que hermosa nena, muchas felicidades.
—Gracias —sonreí —. Lo veo después, Cuídese mucho.
—Igualmente.
Camine por la calle con mi hija entre mis brazos, no tenía ganas de pedir un taxi para que me trasportara hasta la clínica. Deseaba tanto mover las piernas y distraer mi mente que ni siquiera me di cuenta de que la señorita Juliette me miraba desde la ventana de una cafetería cercana, cuando me percaté de su presencia era demasiado tarde para huir.
—¡Alem! —balanceo las manos para atraer mi atención. Me quede parada esperando a que cruzara la calle —¿Cómo estás? Que gusto verte.
—Hola Juliette —sonreí con nerviosismo.
—No... no sabía que te casaste ni mucho menos que tienes un hijo — fijo la vista en la cobija que cubre a mi hija.
—Sucedió rápido.
—Y ¿puedo preguntar quién es el afortunado?
—No quiero hablar de eso, no creo que lo conozca.
—Puede que si —dijo con una sonrisa en sus labios — ¿A dónde te diriges?
—A la consulta de mi bebé.
—Si quieres puedo llevarte.
—No es necesario, prefiero caminar.
—Anda, déjame hacer algo por ti.
—Ok — me ayudo con la pañalera. Abrió la puerta de su auto y muy amablemente tomo mi mano para que subiera.
—Me da mucho gusto saber que estas bien —encendió el motor —¿Es varón o nena?
—Una niña.
—Qué bello, me imagino que se parece a ti.
ESTÁS LEYENDO
Voraz.
FantasyDurante la época de 1933 el coronel Cyrille Leroy se enfrenta a innumerables cuestiones personales, pero al encontrarse con una bella mujer de piel como la noche queda fascinado con la elegancia de su personalidad. Jamás se imaginaria que su vida c...