Capítulo 169.

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Dos años después.

París, Francia.

Cyrille.

Cada día es más placentero que el otro, no me canso de admirar la belleza con la que me rodea el universo. Las cadenas que arrastraba desde hace más de noventa años han desaparecido con el amor que recibo de mis dos pequeños. Comprendí que la armadura de hierro es una parte esencial para mi vida, es con ella con la que defenderé lo que me pertenece, pero también es una muestra de que el carácter que poseo no es cualquier cosa que se debe tomar a la ligera. Mis dos crías han sobrevivido y han demostrado ser dignos de llevar el apellido de un depredador. Comencé a guiarlos en la cacería en el momento en que Ezra comenzó a morder las colas de los felinos, su instinto se activó al observar a su hermanita comer carne cruda, así fue como la motivé a aceptar su naturaleza.

Mi hijo menor heredo mis afilados colmillos al igual que la misma característica de su madre, su ojo izquierdo es de color verde con gris mientras que el derecho es la viva imagen de los diamantes que adornan mi rostro, azul con destellos verdes y morados.

—¡Papi, mira! —Amandine señalo en dirección a los felinos, ambos animales corrían a toda velocidad rodeando las fuentes del jardín.

—¿Qué hacen papi? —preguntó Ezra.

—Se divierten —con mis dos hijos en los brazos me deje caer en el pasto.

—Papá ¿podemos tener mascotas?

—Claro que sí.

—¡¿Nos llevas a comprar un animalito?! —el pequeño varón se puso de pie con rapidez.

—Si —sonreí de lado —. Pero antes ¡los voy a perseguir y me los comeré!

—¡Aaaah! —las dos criaturitas corrieron como locos mientras que los seguía de cerca gruñendo como un oso.

—¡Mamá, papá nos quiere comer! —Amandine le grito a su madre. La castaña se recargo en el barandal de vidrio y con una sonrisa en el rostro negó con la cabeza.

—¡Deja a mis hijos feroz bestia! —los refugio en sus brazos.

—¡Los comeré a todos! —levante sus cuerpos como si fueran plumas.

—¡Aaah! —gritaron al unísono.

—¡Mi amor nos vas a tirar! —mi esposa paso sus brazos por detrás de mi nuca.

—Vayan a prepararse. En cinco minutos nos vamos —los deje en el suelo —¡Corran!

—Si papi —dijo Ezra al seguir a su hermana.

—¿A dónde los llevaras?

—Quieren una mascota —levante ambos hombros.

—Yo quiero un par de canarios.

—Claro que si mi amor —bese sus labios —. Te compare todo lo que tú quieras.

—¿Todo? —dijo desafiante.

—Todo señora Leroy —nuevamente uní mi boca con la suya.

—¡Huácala! —Amandine casi se vomita.

—No es para tanto, señorita —la sujete de los bracitos y la subí arriba de mis hombros —. Suban a la camioneta —Alem se encargó de colocar a Ezra en su silla. La primera parada seria en la asociación de animales en adopción, las dos criaturas que llevan mi sangre corrieron al interior y enseguida la recepcionista los invito a entrar para que escogieran a su mascota.

—Yo quiero un gatito —dijo Ezra.

—No, ya tenemos dos en casa —Amandine le dijo decidida —. Las panteras son como gatitos ¿verdad papá?

Voraz.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora