Capítulo 109.

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Octubre de 1962.

Minsk, Bielorrusia.

Mi madre me contaba una historia de este lugar, Amandine decía que estas tierras vieron nacer a una excelente pianista, una mujer que podía fundir sus dedos con las teclas del piano y crear las más hermosas melodías. Lamentablemente su éxito no llego a oídos de todo el mundo ya que se enamoro de un hombre que envidiaba la manera de tocar de su pareja y un buen día decidido quemarle la mitad del cuerpo.

<< Maldito bastardo>>

Arroje mi maleta por el muro, al escuchar el golpe del articulo enseguida trepe por las rocas para colarme en la pequeña propiedad. La naturaleza estaba consumiendo todo a su paso, los árboles habían levantado las escaleras de la entrada y grandes enredaderas cubrían por completo las paredes, el pasto estaba crecido y seco por la temporada invernal.

—¡¿Qué es lo que quieres?! —dijeron desde el interior de la casa.

—¡Estoy buscando a la señora Alesya Savinich! —levante ambas manos, la mujer tenía un arma apuntándome desde una de las ventanas

—¡¿Por qué la buscas?!

—¡Amandine Leroy me envió!

—¡¿En donde esta?! ¡¿Te acompaña?!

—¡Ella falleció en Alemania!

—¡¿La asesinaste?! ¡Maldito desgraciado!

—¡No! —me tire al piso cuando escuche el disparo —¡Amandine es mi madre! ¡Me llamo Cyrille Leroy!

—¡Eres su hijo pequeño! —escuche una risa —¡Pasa, estas en tu casa!

<< Nunca me imaginé que me recibiría de esa forma>>

Tome asiento en una silla pequeña junto a la chimenea, la señora de cabello blanco me ofreció una taza de café y un pan recién horneado. Parecía que los años habían pasado rápidamente ya que su aspecto físico era de una anciana de más de ochenta años. Recuerdo que la señora Leroy me dijo que la pianista era cinco años mayor que ella.

—¿Qué es lo que estas buscando Cyrille? —dijo sin mirarme.

—Aprender.

—¿A morir en vida o a tocar?

—Ya estoy muerto en vida desde hace mucho tiempo.

—A mi me parece que no has sufrido lo suficiente —la mitad de su rostro estaba deforme a causa de las quemaduras —¿Qué es lo que en realidad deseas?

—Olvidar.

—No, eso no es lo que grita tu corazón.

—¿Entonces que es?

—Quieres deshacerte de tus sentimientos porque aun eres débil, porque no has aprendido a forjar el carácter que te heredo tu padre ni mucho menos la valentía de tu difunta madre —sonrió antes de continuar —. El muro que construiste te protegió durante algún tiempo, pero se fue perforando con cada clavo de dolor que recibiste de las personas que más amas ¿me equivoco?

—No —le di un sorbo a la taza de café.

—En este lugar lo dejaras todo, no quedara nada de ti. Serás un hombre nuevo. Espero que lo que aprendas sea suficiente para que tu espíritu encuentre tranquilidad —se puso de pie —. Descansa, mañana nos espera un largo día.

Me recosté en el sillón y cubrí mi cuerpo con el abrigo que me regalo Juliette. Al cerrar los ojos vi una extensa oscuridad, no me causo miedo sino impotencia, quizás mi subconsciente sabe que es lo que realmente me sucede y también conoce a la perfección del porque no puedo sanar.

Voraz.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora