Capítulo 129.

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Octubre de 2021.

Un año después.

Alem.

El tiempo transcurre lento dentro de estas cuatro paredes, no recuerdo la luz del sol ni mucho menos el sonido del canto de las aves, he permanecido tanto en la oscuridad que ya ni siquiera recuerdo el color de mi piel ni mucho menos la forma de mi nariz ni la de mis labios. Estoy en los huesos... solamente me alimentan con pan y agua, en ocasiones me dan una sopa de verduras insípida con un trozo de carne de pollo. Mis heridas no han podido cicatrizar ya que cada cierto tiempo el monstruo que me tiene en este lugar abusa sexualmente de mi... sus manos recorren cada centímetro de mi piel lo mismo sucede con su pestilente boca... tengo culpa y asco al saber que sus fluidos se impregnaron tanto en mi carne que ni con el agua ni con el jabón podre arrancarlos para siempre. No entiendo porque no he quedado embarazada si constantemente soy violada por el mismo sujeto que eyacula en mi interior... pero por una parte estoy agradecida que no lleve en mis entrañas al hijo de ese bastardo, jamás podría amar a la criatura que fue concebida de la forma más horrible. Pienso que, por la mala alimentación, las golpizas y los abusos mi menstruación haya desaparecido por completo y bueno... también otras cosas se han ido, como las ganas de seguir viviendo.

Estoy en posición fetal sobre el sucio colchón que amortigua mi esquelético cuerpo, solo un vestido viejo cubre mi desnudez <<Tengo mucho frio>> Un hombre ha venido a verme en dos ocasiones, lo he buscado en cada rincón de este lugar pero por más que me esfuerzo no puedo verlo. El sonido de su voz se gravo en mi mente, su timbre es grave, casi rasposo muy varonil. En el puedo encontrar un refugio caliente...

<< Me gustaría que estuviera aquí, conmigo>>

Sentí como alguien acaricio mi áspero caballo, se bien que es el chico que viene a rescatarme de este infierno. Intente acercar mis manos a su cuerpo, pero las cadenas me impiden acariciar su piel. Con desesperación trato de romper los grilletes que rodean mis muñecas, es obvio que no logro hacerlo... sé que quiere ayudarme y se lo agradezco sin embargo es mejor que se aleje de mi sino quiere morir.

—No... él va a venir... —no pude abrir los ojos para mirar su rostro, ya no tenía fuerzas ni para levantarme.

Voy a sacarte de aquí —giro mi cuerpo y acaricio mi rostro, se bien que está observando todos los golpes que tengo en la piel.

<< No quiero que me vea así>>

—No...—la palabra salió de mi boca sin fuerza... sin sentido.

—¿Qué debo hacer? —sus brazos son musculosos lo pude sentir cuando me abrazo con mucho amor... amor que no sentía desde hace mucho tiempo —. No sé cómo ayudarte.

—Quédate conmigo —acurruqué mi rostro en su pecho.

—Eso es lo que más deseo —su aliento rozo la agrietada piel de mis labios.

—Hola mi amor —la voz del monstruo hizo eco en la jaula de mi infierno. Intente quedarme entre los brazos del ángel que me visita, pero desapareció cuando el demonio reclamo la carne que tanto desea devorar.

—No... no te vayas... — le suplique al ángel que me abandono ahora que más lo necesito. La cosa que no puedo llamar como un ser humano destrozo el delgado vestido rasgándolo y partiéndolo en dos. Sus uñas arrancaron pequeños fragmentos de la piel de mi cadera —. Por favor... no más —jalo mis pies con desesperación y abrió mis piernas.

Su saliva se deslizo por mis pliegues, es el ritual que siempre hace antes de meter su pene en mi interior. Una vez más el dolor que siento es intenso... me lastima, me quema... la vergüenza que invade todo mi ser me hace gritar como nunca lo había hecho... tengo mucho asco <<Quiero vomitar>> La impotencia de no poder defenderme provoca que cierre mis manos hasta que mis uñas se entierran en la piel de mis palmas pero nada es comparado con lo que me origina sentir la boca de mi agresor en mis tetas. Su lengua lame mi pequeño y lastimado pezón, el frio viento seco la saliva dejando el olor de su aliento en el aire. Con cada estocada mi alma se debilita más... con cada una de sus caricias mi cuerpo arde entre la oscuridad... los berridos que salen de su boca no son más que gritos de horror del demonio que me quito todo lo poco que tenía. Las gotas de su sudor caen sobre mi vientre y serpentean por mi pequeña cintura creando ríos de amargura y odio.

Voraz.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora