Capitulo 31.

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1 de septiembre de 1939.

El comienzo del verdadero infierno.

Polonia.

Mientras recorro a pie las calles destruidas confirmo que el ejército polaco puso poca resistencia siendo derrotado demasiado rápido. El ejército alemán dejo una ciudad en ruinas con miles de muertos y heridos. Alemania empleo su famosa técnica llamada "guerra relámpago" que consiste en el movimiento de cuerpos blindados y el uso de su máxima potencia de fuego en los primeros días de guerra, algo que considero demasiado inteligente si quieres demostrar que no le tienen miedo al enemigo.

<< Esto apenas está por comenzar>>

Los oficiales de la SS están trasladando a los primeros prisioneros polacos que serán enviados a los campos ya establecidos de trabajos forzados. Militares están aprovechando la oportunidad para saquear las propiedades del clero del centro de la ciudad, las joyas y las pocas cosas de valor son el festín para el batallón que estuvo al frente. Mujeres corren desnudas con más de diez hombres a sus espaldas que intentan abusar de ellas, algunas no han corrido con la misma suerte y yacen en medio de la calle sin vida y a simple vista su cuerpo ha sido destrozado por las bestias que tomaron su esencia a la fuerza.

<< La jodida guerra>>

Niños y ancianos lloran entre los escombros mientras otros gritan desde los edificios derrumbados por ayuda, algo que jamás llegara, los alemanes no tienen ni la mínima intensión de rescatar a ninguna persona ni mucho menos si se tratan de judíos. Morirán sepultados entre ladrillos y muebles destruidos. El viento arrastra olores desagradables, la muerte y la putrefacción empieza a danzar entre la oscuridad de un territorio destruido y agonizante.

<< Así es como se respira la guerra>>

Antes de entrar a las oficinas improvisadas que se instalaron para el control del territorio, fijo la vista en los quince hombres arrodillados que esperan ser fusilados por órdenes del Fuhrer, al parecer intentaron traicionar al régimen aliándose con el enemigo.

—¡Victoria! ¡Una vez más hemos ganado! —el Fuhrer levanto la copa de champaña.

—¡En hora buena Fuhrer! —respondió un coronel.

—Es momento de pensar a futuro. Muy pronto Europa va pertenecer a territorio alemán... muy pronto seré el único líder del continente —las cosas están tomando un giro inesperado y el Fuhrer sabe que debe tomarlo a su favor —. Este es el comienzo de una nueva era, de una nueva república.

—Seguiremos avanzando —dijo un capitán —. Las tropas no deben descansar hasta tener todo el territorio asegurado.

—Los prisioneros están siendo trasladados hasta los campos —dijo un general.

—Excelente. Ningún judío tiene el derecho de caminar por calles que ahora les pertenecen a los alemanes —dijo el Fuherer.

Me mantuve de pie hasta que la reunión finalizo. Muchos de los comentarios que se hicieron dentro de estas cuatro paredes era información confidencial que por supuesto me serviría de mucho si en algún momento se presentara la oportunidad de vender datos al enemigo asegurando un futuro lejos de Europa.

Mire en todas las direcciones al salir del edificio, muchos de los prisioneros aún se encontraban de pie esperando ser fusilados por el ejército alemán. Coloque la mano arriba de mi arma, tuve un ligero cosquilleo en la punta de los dedos, algo que seguramente me indicaba que en cualquier momento algo se saldría de control.

No me equivoque...

Dos soldados polacos desarmaron a un militar alemán tomando su arma y disparando a todos los presentes. Enseguida gire el cuerpo y sujete a Himmler y al Fuhrer, llevándolos hasta el otro extremo del vehículo. Los oficiales de la SS comenzaron a moverse, disparando a todo aquel que portaba el uniforme del enemigo.

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