Capitulo 21.

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—¡Fuiste tú Cyrille! —mi hermana no paraba de llorar mientras la guiaba hasta el establo.

—Claro que no.

—¡Explícame entonces que sucedió! ¡Tu ropa estaba llena de sangre al igual que tu rostro!

—Nada, solo me enfrente a un judío.

—¡No es cierto!

—¡¿Qué quieres que te diga Colette?! ¡Qué asesine a esa mujer!

—Quiero la verdad, hermano —me miro a los ojos —¿Tú la asesinaste?

—No —suspire.

—Espero que tus palabras sean ciertas porque no sabría que hacer al saber que mi hermano es un monstruo.

<< Lo soy desde hace mucho tiempo>>

No pude dormir lo que resta de la madrugada, a primera hora de la mañana me despedí de todos ya no podía estar en paz en casa de mis padres y menos con lo que había sucedido horas antes. Me presente en las oficinas de Berlín para que todos notaran mi presencia y no comenzarán los rumores sobre estupideces que obviamente me perjudican.

El funeral se llevaría a cabo en la parroquia de Santa María, justamente en la iglesia donde la hermana Nina se encontraba predicando la palabra del señor. Los uniformados que acompañaron al mariscal estaban muy conmovidos con su dolor y no es para menos, perder a un hijo es algo doloroso.

—Mariscal estamos con usted y sentimos su dolor, es por ello que encontraremos al responsable de la muerte de su hija, no tendrá paz ni un solo día; si es necesario tiraremos cada puerta de la ciudad. Ninguna mujer decente debe ser asesinada con tan brutalidad y malicia —dijo el coronel general ante una enorme audiencia —. Se hará justica y la muerte de su hija será vengada.

<< Que patético>>

No pude soportar la risa que me causo tan aberrante discurso tuve que alejarme de la sala para controlarme.

—¿Qué le causa tanta gracia coronel? —la voz de la hermana Nina me puso de mal humor.

—Nada que le interese.

—¿Usted le teme al señor?

—No.

—Debería hacerlo, se ve que es un hombre pecador.

—¿Yo? —sonreí—. Soy un ángel caído del cielo —el tono de sarcasmo era hermoso.

—No lo creo.

—No me interesa lo que usted crea —me aleje de ella.

—Rezare por su alma, Cyrille.

—Eso es una buena idea, espero que su biblia no se incendie en cuanto pronuncie mi nombre.

El ataúd donde descansaría por toda la eternidad Johanna Polzl fue enterrado en el cementerio central. Muchas flores adornaron su tumba mientras que familiares y amigos aun lloraban su perdida.

—¿Qué se siente que te arrebaten a un ser querido? —le dije al mariscal cuando lo abrace y me acerque a su oído —. La carne de tu hija sabia bastante dulce.

Su mirada estaba perdida cuando me vio alejarme de él. Me parece que asimilo lo que le dije y no creo que lo tome muy bien.

—¡Maldito! —giro mi cuerpo e intentó golpearme, pero pude derribarlo impactándolo en el suelo.

—¡Mírame! ¡Mira este rostro que no podrás olvidar, el mismo que te causara mucho dolor! —lo sujete del cuello —. Jamás olvidare lo que me hiciste, eso... grávatelo en tu asquerosa mente.

Voraz.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora