Capitulo 28.

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Los soldados se apoderaron de la propiedad, colocaron sus sucias botas arriba de lo sillones de la sala encausándolos con lodo y tierra seca, reflejando los pocos modales que alguna vez les inculcaron sus padres. Se tragaron todo lo que había en la cocina y tomaron a las mujeres del servicio como prostitutas, abusando de ellas en varias ocasiones, dejándolas casi muertas y medio desnudas por toda la propiedad. A los pocos empleados que pudieron huir les permití que se llevaran artículos de gran valor para que pudieran sobrevivir un tiempo. Lo que alguna vez llame hogar ahora solo quedan recuerdos de un pasado que jamás volverá.

Me senté a mirar todo lo que hombres sin escrúpulos hacían con las personas que por años ayudaron a mi madre a mantener la casa en optimas condiciones. Sus gritos se quedaron grabados en mi memoria, los ojos vacíos con los que me miraban eran la cruel realidad de una culpa que por años debía cargar sobre mis hombros. Me puse de pie después de permanecer todo un jodido día mirando la nada mientras los ruidos del exterior me estremecían el alma. Controle mi instinto no solo por la idea de que la carne que comería no estaría tan rica tratándose de animales en forma de humanos que reían por los pasillos.

<< No vale la pena que me los trague>>

En el interior del sótano abrí la caja fuerte y coloque todos los fajos de dinero dentro del muro falso que había creado mi padre para mantener la fortuna Leroy a salvo de idiotas que intentaran robarla. No tardo mucho tiempo cuando el pequeño espacio se llenó de papel valioso así que levanté un pedazo de madera que cubría el piso y comencé a rellenar la pequeña y alargada zanja que se formó. Cuando estuvo completamente llena, la selle con clavos y una delgada alfombra cubrió por completo el detalle.

Me quite el uniforme y lo metí dentro de una bolsa de tela de algodón, lo guarde en las vigas que sostenían el techo del primer piso. Con un pantalón y una camisa limpia cubriendo mi desnudes guarde en mis bolcillos y alrededor de mi cintura varios fajos de dinero que después utilizaría para una buena causa.

Espere paciente a que la oscuridad de la noche me ayudara a que los cabos se emborracharan y cayeran como moscas arriba de la mierda que ellos mismos habían generado con tanto destrozo. Al salir de la casa caminé hasta llegar al establo, abrí un poco la puerta para colarme en su interior con el menor ruido posible. Moví a los cerdos de lugar abriéndoles la reja para que salieran, quite el pequeño bebedero, me coloque de cuclillas y jale la manija que se encontraba escondida entre la paja. El rostro de mi hermana y mis sobrinas fue lo que puso mi corazón a latir de nuevo.

—Cyrille —rompió en llanto en cuento me miro.

Era de esperarse que se ocultaran en ese lugar, seguramente mi padre fue el de la idea, aún recuerdo cuando cavamos ese agujero en medio del establo solo para utilizarlo en casos de riesgo y este, era uno de ellos. Donde mi hermana tenía que ocultarse para que la SS no pudiera encontrarla ni a ella ni a sus hijas.

—Salgan sin hacer ruido —tome a mi pequeña sobrina.

—¿Qué está pasando Cyrille? —mi hermana traía puesto un pantalón y una camisa holgada al igual que mis sobrinas. Es entendible que no podrían correr si seguían utilizando faldas o vestidos.

—Mamá y papá están muertos. He perdido mi cargo y ahora deberás largarte de la cuidad.

—¿Qué? —comenzó a llorar aún más agónicamente.

—Te acompañare hasta las afueras de Berlín, después deberás ir a Polonia. Cruzaras Republica Checa para llegar a Austria y te moverás hasta Francia —le entregue todos los fajos de dinero que traía en el cuerpo —. Viajaras hasta Argentina y te instalaras ahí. Te di dinero suficiente para que comiences una nueva vida.

Voraz.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora