Capitulo 29.

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—¡Muévanse hijos de puta! ¡Sus madres no están aquí para limpiarles el culo! —los oficiales que se mantienen a las orillas de las piscinas solo desgastan sus energías gritando como dementes.

—¡Son unos bastardos!

<< Puedo escuchar sus palabras por debajo del agua>>

Las costillas y las heridas aun me duelen y con el fuerzo que estoy haciendo para no ahogarme y mantenerme a flote los pulmones se me van a reventar, esto es una maldita tortura. Llevo más de cien vueltas alrededor de la jodida piscina, mis brazos están entumidos a cusa de la helada agua que cubre mi cuerpo.

<< Malditos cerdos>>

—¡Afuera! ¡Muevan el culo, salgan del agua! —el sonido de un silbato me pone alerta para obedecer las órdenes —¡Diez vueltas al campo! ¡Esto aún no termina mariquitas!

<< Voy de nuevo. El maldito frio me tiene los huesos tiesos>>

—¡Coronel Leroy! —alguien grito a mi espalda —¡Espéreme por favor! ¡Me gustaría hablar con usted!

—Ya no soy coronel —respondí tajante.

—Pues para mí lo sigue siendo —el chico de rostro pecoso sonrió como un pequeño adolescente.

—¿Qué quieres? —seguí corriendo sin detenerme.

—Dialogar sobre algunos asuntos que tienen que ver con la SS —tosió por el cansancio —. Coronel, usted ha sido el más joven de todos los altos mandos y muchos queremos seguir su ejemplo.

—Aléjate de mí y seguirás con vida.

<< No tengo intensiones de hablar con un idiota>>

Fueron más de dos horas las que nos tuvieron corriendo sin descanso. Mis piernas pesaban como si estuviera cargando kilos y kilos de metal. Bebí toda el agua que mi cuerpo necesitaba mientras miraba como los demás cabos se dirigían a la cocina para buscar alcohol y comida chatarra que les regresara la energía que perdieron en el entrenamiento. Con la toalla en la espalda fui hasta el área de análisis clínicos y eché un vistazo al interior de la habitación para confirmar que no se encontraba nadie en ese momento.

Tome una jeringa de un contenedor de metal y clave la punta en la espalda de uno de los animalitos que se van a convertir en mis mejores amigos el tiempo que este aquí. El asqueroso moco transparente lleno en su totalidad el embolo, inmediatamente me coloque una liga en el brazo y la ajuste para que me permitiera ver las venas donde introduciría la aguja. Al primer pinchazo descargue todo el veneno en mi torrente sanguíneo.

<< Envíame a otro plano... dame el éxtasis que necesito>>

—Carajo —me deje caer en la silla —. Esto se siente tan bien.

Con la mente completamente en blanco y una sensación de felicidad que no puedo explicar salí de la sala y caminé por el extenso pasillo. Mientras los minutos pasaban las sustancias iba adquiriendo otra reacción en mi cuerpo, una más placentera. El hormigueo que recorrió mi piel fue el detonante para que mi apetito surgiera como un golpe. Me recargue en un muro cercana y visualice a los hijos de puta que tomaban tragos de whisky.

<< Esta noche pienso cenar carne>>

Espere pacientemente hasta que estuvieron lo suficientemente borrachos como para no saber ni en donde se ubicaban sus dormitorios. Me acerque al chico pecoso que minutos antes me había hablado para conversar, era el más estúpido de todos ellos así que sería fácil asesinarlo sin ni siquiera dejar evidencia.

Voraz.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora