Cuatro meses de embarazo.
—Llévate eso por favor —le dije a Guadalupe minutos después de que me entregara uno de mis platillos favoritos.
—¿No va a desayunar señor? —dijo preocupada.
—No tengo apetito —las náuseas no me dejan vivir una vida normal. Ahora prefiero consumir alimentos más líquidos o en su defecto con más azúcar.
—Debe ser por los malestares del embarazo —dijo mi esposa.
—Seguramente —sujete su mano con fuerza —¿Terminaste? —la mire a los ojos.
—Si —dejo la servilleta a un lado y se puso de pie.
—Patrón.
—¿Mmh? —me acomode el saco.
—¿Por qué a Alem no se le nota la barriga como a las demás embarazadas? —la mexicana es muy curiosa.
—Porque su cuerpo es diferente a las demás, no todas las mujeres desarrollan vientres prominentes.
—Entiendo —sonrió al mirar a su amiga —. Espero que más adelante esa pancita te crezca Alem.
—Esperemos que si — las minifaldas y los tops se convirtieron en el atuendo preferido de mi mujer, no me molesta que se vista de manera sexy, al contrario, me encanta verla tan sensual. Las diminutas prendas que usa me permiten el libre acceso a su interior en cualquier lugar en el que me plazca poseerla — ¿Nos vamos?
—Si —respondí. Al salir de la casa abrí la puerta del copiloto de la camioneta y me aseguré de que Alem se colocara el cinturón de seguridad. Antes de poner en marcha el vehículo me tome el tiempo para fundir mi boca en la suya. Esta mañana la hice mía y no conforme con lo que ella me hace sentir mi obsesión no quiere detenerse cuando se trata de fornicarla como un salvaje. Deslice mi mano por sus carnosas piernas, hice a un lado la delgada ropa interior que cubre su sexo y deje que mis dedos se mojaran con sus deliciosos fluidos —. Quiero cogerte —mordí su labio inferior.
—Que pervertido es señor Leroy —lamio mis labios.
—Me provocas mujer —sonreí de lado. Sin soltar su delicioso muslo comencé a conducir en dirección a la clínica. Como cada mes es necesario que realice análisis clínicos a Alem para revisar que todo esté en orden con su embarazo.
—Buen día doctor Leroy —una de las enfermeras nos saludó al llegar al hospital.
—¡Cyrille! ¡Alem! —Juliette salió corriendo de su consultorio solo para abrazarnos —¿Cómo va el bebé?
—Muy bien —dijo mi esposa con alegría —. Aun no me crece la barriga, pero todo va a la perfección.
—Esa sí que es una buena noticia —nos besó en las mejillas antes de retirarse de la habitación donde minutos antes habíamos ingresado —. Debo regresar a mis labores, los vere luego. Pórtense bien en mi ausencia.
—Cuídate mucho —recosté a Alem en la camilla y tomé varias muestras de su sangre para después revisarlas en el laboratorio. Levante su top más arriba de sus costillas y coloque un poco de gel. Enseguida que encendí las pantallas observé el movimiento de mi hijo. Su columna vertebral se estaba formando con normalidad al igual que el tamaño que tiene es perfecto para las semanas de gestación. —¿Cómo está el bebé?
—Sano... muy sano —no despegue la vista del monitor —. Sus movimientos son constantes y el ritmo de su corazón es perfecto.
—Escucharte me tranquiliza —suspiro antes de retirarle el gel del abdomen.
—Aja —le quite la chamarra y deslice el listón que une los dos extremos de la prenda. Sus perfectas tetas redondas asomaron por en medio del top.
—Cyrille.
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Voraz.
FantasyDurante la época de 1933 el coronel Cyrille Leroy se enfrenta a innumerables cuestiones personales, pero al encontrarse con una bella mujer de piel como la noche queda fascinado con la elegancia de su personalidad. Jamás se imaginaria que su vida c...