Capitulo 66.

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—Estoy mirando al objetivo —dije por la radio. Tuve que quedarme en el auto ya que mi estatura llamaría más la atención tomando en cuenta que en el territorio donde nos encontramos los ciudadanos son algo... pequeños y de pieles bronceadas —. Se mueven cinco hombres junto con el subteniente.

—Ya los veo —respondió el general.

—Tenemos a otros dos en la entrada de la iglesia —me acomode el sombrero para que no pudieran reconocerme.

—Una femenina delgada de vestido rojo se acerca al objetivo —dijo Müller —. Al parecer es alemana.

—Es su esposa —dije al reconocer a la mujer que contoneaba las caderas.

Observe todo el panorama y no será una tarea difícil acabar con el objetivo. Con siete hombres vigilando su espalda habrá más acción y con ello más dinero de por medio ya que todos son alemanes y ex miembros de la SS. Memorice el perfil de todos los caballeros que se movían con lentitud detrás del responsable de sus salarios. La esposa del subteniente se movió alrededor de la plaza antes de subir a un vehículo. El coronel Jones es el responsable de seguirla y confirmar la ubicación de la residencia de la señora.

Los americanos subieron al auto enseguida que el objetivo abordo un vehículo. Lo seguimos por varias horas con una distancia moderada, tomando en cuenta el equipo de seguridad que lo seguía de cerca. Ubique perfectamente las calles antes de llegar al hogar donde se oculta el alemán. Una casa pequeña con amplios jardines, nada extravagante para no llamar la atención de los vecinos.

—Regresaremos mañana —dijo el general al terminar de tomar las fotos.

Conduje de regreso a la casa donde nos hospedamos, me estiré al bajar del automóvil, pasar tanto tiempo con las piernas encogidas no es lo mío. Me quite el saco y doble las mangas de mi camisa. María se encontraba en la cocina y enseguida que nos escuchó entrar nos llamó para que nos sentáramos en el comedor a comer.

—¿Qué es esto? —pregunto el general.

—Machaca señor —dijo la mujer mayor y madre de las ocho chicas que se movían cerca de nosotros.

Percibí el olor de la comida cuando colocaron el plato frente a mí, los pedazos de carne que se encontraban integrados con el huevo tenían un olor muy desagradable. Hice algunas muecas al no soportar la molestia, sin ningún ánimo de comer me levante de la mesa y le entregue el platillo a la chica que lavaba los trastes.

—¿No va a comer? —dijo la señora.

—No... no tengo... hambre —respondí recordando las clases que me dio María el día de ayer.

Me recargue en el tronco de un árbol y mire a los caballos que se movían de un lugar a otro. Un gato intentaba atrapar a una mariposa el pobre animal se atoro en la reja de metal. Me acerque al pequeño y le ayude a sacar su cabeza, acaricie su lomo antes de dejarlo ir.

—Te traje fruta picada —dijo María entregándome un plato hondo.

—Gracias —sonreí.

—Se que no te gusto lo que mi madre cocino para ustedes —se sentó en un tronco seco.

—No... comprendo —mastique los pedazos de fruta.

—Lo se. Seguiremos con las clases en lo que te comes lo que te traje —me entrego un libro y lo ojeo explicándome las palabras que se encontraban debajo de los dibujos. Anote la forma en la que se pronuncian mientras María me enseñaba oraciones más largas.

—¡Leroy! —la voz del general llamo mi atención ya que varios uniformados se encontraban a su lado. Le entregue el plato vacío a mi acompañante y camine para reunirme con mi superior.

Voraz.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora