Capítulo 5:
La ley de Murphy
Dos semanas habían pasado desde el incidente en la cafetería del hospital. Dos semanas en donde solo he recibido miradas hostiles de otros compañeros e incluso enfermeros y camilleros. Al parecer Stone a pesar de que no era la alegría de la huerta, todos lo admiraban y a mí me tenían como una niñata inmadura que no sabía cuando debía callarse.
Puede que hubiese algo de razón en ello. Puede.
Así que me había tocado hacer todo sola, desde recibir a los pacientes hasta comer así en soledad. Y los días que no venía Eli eran los peores, si me daba tiempo de comer, almorzaba en una mesa apartada con mis audífonos. Era como el instituto, pero peor.
Incluso Stone me dejó de hablar.
Sí, yo sé que era algo que semanas atrás hubiese deseado. Pero descubrí que el silencio era peor. Estaba como a la deriva. Resulta que lo que me exigía hacía que yo expandirá mis límites.
Me gané el odio a pulso.
Me veía en las revistas, revisaba como evaluaba a cada paciente, pero no decía nada, aunque le preguntara directamente. Lo más que me decía era "confía en lo que se supone que sabes"
Sí, era un mensaje pasivo agresivo, pero que me tenía trabajando el doble.
Entonces ahora era más minuciosa en todo, porque si me equivocaba sería mi caída. Sería la venganza perfecta para la alumna que no sabía callarse.
Trabajaba el doble que cuando me ordenaba como un general. Tenía más pacientes y más oportunidades de cagarla. No me daba ni tiempo de comer de todo lo que tenía que hacer.
Era lo único que hacía. Ordenarme. En eso si se estaba vengando, porque me había dejado a más pacientes en estas últimas semanas que anteriormente. ¿Hacer pipí? ¿En qué tiempo?
Además, todos los residentes de tercer año se aprovecharon de ello y me tenían pagando plantón.
Sí, los desgraciados me preguntaban "¿estás ocupada?" y al ver que estaba comiendo nada más, me mandaban a atender a cualquier paciente que les correspondía a ellos. Me dejaban todo, como eran más grandes que yo sé creían con el derecho. Me ordenaban hasta que recogiera muestras y corría de lado a lado por este hospital.
Y cómo sabían que no podía quejarme con Stone, se beneficiaban.
Yo hacía su trabajo y ellos se llevaban el crédito, además.
El día de hoy no me había sentado en ningún instante y me tocaba guardia nocturna. Me dolía desde el dedo chiquito de mi pie hasta el lóbulo de la oreja. Quería recostarme de forma urgente.
Pero es que el día de hoy parecía que todos los pacientes complicados se pusieron de acuerdo para ponerse peor, porque era un caos. Y eso recaía en los residentes, específicamente en mí.
Para mi desgracia el turno me tocaba con el señor insoportable. Estaría hoy de guardia en la parte de emergencias y me tocaba acompañarlo.
Hoy no había tenido tiempo de comer. Y esperaba que en algún momento pudiera hacerlo. Estaba viendo hasta estrellitas cuando bajé por las escaleras a buscar un resultado a patología.
Cuando llegué de nuevo a emergencias, noté que había una nueva paciente como de treinta años. Stone la estaba revisando y monitoreando su oxígeno. Tenía una saturación de 90.
Eso no pintaba bien.
La mujer respiraba entrecortado y muy rápido. Sus labios estaban azules. Me coloqué del lado contrario de mi jefe y revisé sus uñas. Estaban azules.
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Malas Enseñanzas
RomanceSe suponía que todo iba a ser sencillo. "Se suponía" Pero como siempre, todos mis planes eran una porquería. Yo comenzaría mi residencia médica y terminaría mi especialidad, mis metas iban viento en popa y era lo mejor de todo. Haría lo que fuese n...