Capítulo 62

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Capítulo 62|Lo que estáescrito en piedra también puede ser borrado


Todos los seres humanos nacemos con una lotería genética, que era como un mapa de lo que eres, o serás en el futuro. Este estaba constituido por genes, en donde se guardaba información, lo mismos que establecía si vas a tener determinado color de cabello, de ojos, si te parecerás a papá o mamá, o al abuelo. Si tenías la preponderancia a tener o no una enfermedad. Todo esto se definía en el momento de la fecundación. Desde el preciso instante en que un espermatozoide era escogido por el óvulo materno todo se reducía a ese proceso, donde se mezclaban ambas cargas genéticas. Momento en donde las células comenzaban a multiplicarse. Se producían aminoácidos a partir las cuatro bases nitrogenadas de del ADN. Estos aminoácidos pasaban a ser leídos por los ribosomas y se convertirían en proteínas. De este modo se tendrían 3 nucleótidos que codificarían a un solo aminoácido, así cada triplete que después irían a determinar nuestro código genético.

Este código genético tenía toda nuestra información, años y años de antepasados se guardaban allí y se seguía manteniendo en el tiempo. Aún no estaban del todo descrito, de hecho, existían cientos de proyectos para estudiar esa información. Entre ellas el proyecto genoma humano, una de mis mayores adoraciones para investigar. Este decía que teníamos alrededor de 23.000 genes, y eso solo era una tercera parte de lo que se había hallado.

Creo que sí internista no hubiese sido mi primera opción, me habría ido por ese lado, por la genética humana.

Mi diabetes lo más probable es que fuera causa genética. Mi abuelo la tuvo y murió de ello. así también la abuela de este. Pero eso no era lo que me preocupaba en ese momento. Sino que justo en este instante me preguntaba si el código genético tenía un gen para la mala suerte. Y por eso es que yo estaba aquí, sentada en la mesa de la casa de mi madre, con el suegro de Stone mientras que sentía que mi corazón estaba siendo estrujado. Y tratando de hacer de ver como que no me pasaba nada.

Es que no comprendía, de verdad no entendía que tanta mala suerte podía tener una persona. Yo en otra vida tuve que haber sido el mar muerto por lo salada que era y todos los infortunios que había pasado.

Ya sáquenme de aquí.

Debí de haberle hecho caso a Elijah cuando me dijo que no viniese. Pero yo quise hacerle caso a mi instinto. Bueno, aquí estaban los resultados de no pensar. Es que era demasiado estúpida para mí propio bien. ¿Acaso no aprendía que las desgracias me perseguían?

—¿La ensalada no está bien, Very?

La pregunta hecha por mi mamá me saco de mi ensimismamiento. —Está perfecta, gracias.

Realmente si lo estaba y me sorprendió de ver que había eso solo para mí cuando llegué a la mesa. Sí, me serví, un poco de lasaña, pero lo demás fue ensalada César con mucho pollo y nueces. Una comida que me gustaba y que me dejaba un poco asombrada de que ella lo supiera.

—Cualquier cosa, me avisas. Sé que no puedes comer todo. Hice que todo fuera sano.

¿Quién era esta mujer y que habían hecho con mi despistada madre?

—Gracias, está bien.

Bebí de mi jugo de naranja sin azúcar como lo tomaba siempre. A mi lado se hallaba el pequeño Gremlim comiendo una versión de mi ensalada, pero sin nada divertido. De hecho, me estaba preocupando. Se veía muy delgada.

—Grace te enseñará tu habitación luego de comer. Estaba por ir de compras, pero no sé si quieras dormir.

Escuché al pequeño belcebú gruñir cuando me metieron en sus planes. Por lo que negué. —No quiero incomodar. Creo que dormiré.

Malas EnseñanzasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora