Capítulo 67

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Capítulo 67| Sacarte para siempre de mí


Luego de cambiarme me miré en el espejo. El recuerdo de la mano de Stone tocando mi cabello corto hizo que mi respiración se tornará difícil. No pude evitar pensar en la manera en que él me acariciaba el cabello antes de dormir, o las otras que eran demasiado subidas de tono para meditar. ¿Cómo algo tan sencillo como eso podía haberme afectado de tal manera?

Saber que lo habían dejado cargo me daba cierta molestia, bueno, no cierta, estaba furiosa. El tipo llegó aquí y me sacó de lo que debía ser mi trabajo. Pero no iba a ser tan egocéntrica de creerme la suma especialista, cuando todos sabíamos que él era excelente en su trabajo. Uno de los mejores.

Lo que me hacía pensar en los motivos por lo que se hallaba aquí. No se suponía que él era el jefe de Medicina Interna de uno de los hospitales más importantes de Estados Unidos. ¿Cómo es que estaba de viaje aquí por Dios sabe cuánto?

La vibración de mi teléfono me sacó de mi ensoñación. Di un último vistazo a mi vestido y asentí Ante la imagen. Lo había guardado en mi mochila por la salida que tendría con Robert. Ahora se sentía raro sobre mí.

Descarté eso y guardé la bata en mi casillero. Salí de ahí y me encontré con Elijah que me abrazó como siempre. —Yo cuidaré la sala por ti, disfruta con Robert. Y ten algo de acción.

Negué nada divertida. Todo se ha ja salido de control.

—Nos vemos, Eli.

Tomé el ascensor rumbo a planta baja, cuando llegué al tercer piso la puerta se abrió. Maldije para mis adentros mi mala suerte cuando vi quien entraba

Joder.

Stone pasó con toda su gracia y sentí que el aire era escaso. Recuerdos y más recuerdos viniendo a mí. ¿No podía mi mente callarse tan solo un segundo?

Me hice a un lado y me repetí que debía actuar normal, pero sabía que el trabajo estaba siendo difícil. Quería que este trasto llegara pronto a la planta principal.

—¿De todos los que pudiste salir de verdad escogiste a Beckett? —me sorprendió de que hablara.

—Con quién salga no es su asunto, doctor Stone.

—Avery puedes dejar la maldita formalidad.

Me encaré. —No, solo estoy respetando los límites que siempre debí tener con usted.

Lo tenía al frente de mí tan alto como siempre y mi respiración era trabajosa. Su altura no ayudaba a nada y por más que yo tenía unos centímetros más por los tacones que llevaba, no le llegaba ni al hombro.

Por un momento sentí que me iba a besar.

—Así, es como quiere que hablemos

Le dio al botón de seguridad del ascensor y este se detuvo abruptamente. —Pero, ¿qué en el mundo? —grité.

—Vamos a hablar —dijo serio.

—Yo no tengo nada que hablar contigo.

—Eso, vamos mejorando. Al menos no me dijiste usted. —maldito imbécil. Estaba tocando todas las teclas para hacerme comportar como la chiquilla que había sido en su presencia. Eso sí que no.

—Quítate y deja que baje, tengo una cita.

—Y una mierda que vas a salir con él —masculló de forma posesiva.

Malas EnseñanzasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora