Capítulo 30

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Capítulo 30:

Ser importante para alguien

Horas después del incidente de la revista fue un total y rotundo asco. Pasé visitando a los pacientes y estuve en una consulta con Stone. Yo me hallaba sentada en una silla más allá de él y era quien rellenaba el motivo de Consulta y su enfermedad actual, daba una especie de diagnóstico y él lo certificaba.

Estaba muy desanimada y me sentía cabizbaja, se suponía que ya en este tiempo sería de una piel más dura, pero no pasaba. Siempre que me regañaban me hacían sentir desmoralizada cómo medico.

No había querido ni ver a Stone, me mantuve callada salvo para preguntarle algunas cosas. Pero por lo demás me encontré pasando mi consulta. Sentía su mirada en mi de vez en cuando, pero yo me hacía la loca o fingía demencia.

Además, no me ha ja sentido bien en todo el día. No solo por el regalo, sino de salud. Estaba como cansada y tenía náuseas. Me dolía mi estómago y quería que este día del infierno acabara.

Pero las cosas buenas no terminaban, porque debía ver a mamá en la noche. Yupi.

Nos quedamos sin pacientes y el consultorio quedó solo, el recuerdo de la noche compartida llegó a mí. Y sabía que no debía ser así, que debía sepultarla en lo que era, una noche que no se debía repetir.

—Ya terminamos. —dijo, pero ya yo estaba recogiendo mis cosas para irme—. No parezcas tan desanimada de irte.

Ni siquiera pude reír ante su broma.

—Hemos pasado consulta las últimas seis horas y no te he visto activa. ¿Por qué? ¿Te sientes mal?

¿Cómo se había dado cuenta?

—Creo que cogí un virus. —puso su mano sobre mi frente antes de lo que pudiera impedir—. Pero señor, espérese.

Su toque hizo que cosas locas se sintieran dentro de mí, pese a mi malestar yo no era inmune a su piel, a lo que me hacía sentir.

—Tienes fiebre —bueno, es que no lo dudo. Me pongo caliente de solo verlo.

—febrícula, no es muy fuerte.

—¿Dolor en las amígdalas? —negué—. ¿Dificultad para respirar?

Volví a negar. —Solo es más que mi orgullo lastimado. Mañana debo estar mejor.

—¿Me dejas examinarte?

Ese hombre me tocaba y combustionaba, no portaba que yo estuviera enferma, me volvería nada y pediría cosas que no podía tener.

—Solo es algo viral, tomaré un paracetamol y un antihistamínico si siento congestión nasal.

—¿Puedo llevarte a casa?

Menos. Él y yo no podíamos estar solos. Ya basta con que me quedé, pero seguir buscando que a él lo despidan tampoco es una opción.

—Hoy pediré un taxi. Pero gracias.

Supe que se dio cuenta que yo no podía con la situación. Asintió no muy convencido, pero él sabía que yo estaba cansada. Agotada mentalmente sobre todo.

—Llama cualquier cosa que necesites. Estaré de guardia hoy.

Sabía que no lo haría. —Está bien.

Salí del consultorio y fui al cuarto de residente a recoger mis cosas. Me puse una chaqueta para intentar sobrellevar el clima inclemente que estaba recorriendo mi cuerpo. La puerta se abrió y entraron dos de mis compañeras, las saludé y no hubo respuestas. Olvidaba que aquí esto era un juego de ego y de quién era mejor en la carrera.

Malas EnseñanzasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora