Capítulo 8

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Capítulo 8:

Trata al paciente, no a la enfermedad


Tomé mi mochila táctica del asiento trasero del auto, luego me giré hacia mi padre y lo abracé con fuerza. —Te extrañaré— me dijo apenas nos separamos.

—Espero pronto ir a casa. Te amo.

—Y yo a ti.

Bajé del auto y mi padre arrancó para irse a Brampton y yo emprendí mi nueva batalla en esta carrera. Una nueva travesía que empezaba hoy.

Al cruzar las puertas del hospital lucía tan familiar y extraño a la vez,

Pasé mi identificación por el escáner y fui rumbo a medicina interna. Apenas entré nuestras miradas se encontraron y fue como si todo se detuviera. Él me reconoció enseguida.

—Taylor.

—Doctor Stone.

Creo que podría anotar en mi calendario como el primer día en que hallo una emoción diferente en el. Parecía asombrado de verme.

—Pensé que te habías ido.

—Solo fue un lapsus momentáneo de indecisión. Le toca soportarme.

No se rio, pero casi vi que la comisura de su labio tiró.

—Estoy aquí para trabajar. Pero quiero que ahora las cosas sean diferentes —dije.

—Soy tu tutor, debería ser quien ponga las reglas.

—No empiece con eso. Usted tiene sus reglas, pero ahora deberíamos empezar de nuevo. Como usted dijo, borrón y cuenta nueva.

Cruzó sus brazos sobre su pecho en esta posición que realzaba aún más el militar que fue en el pasado. Quisiera saber qué lo hizo cambiar esa carrera.

—A ver, te escucho.

Esto era una victoria. —Puede orientarme, puede regañarme, pero nada de mirarme —lo señalé —de la forma que está haciendo ahora con ese ceño fruncido y todo tosco.

—Eres muy insolente para mí gusto.

—Viene con el paquete. —yo había entrado en confianza y él aún tenía esa cara de amargado, pero seguiría—. Además de que no quiero facilidad por mi condición. Soy como los demás médicos. Nunca ha sido impedimento.

—¿Algo más? —preguntó con acidez cómo era él.

—Creo que eso es todo.

—Siempre y cuando me hagas caso.

—Véale el lado positivo al asunto, yo seré mejor estudiante y usted será un mejor docente.

—Soy un buen docente.

Está tan lleno de mierda. —Qué falta de humildad de su parte. Ya trabajaremos en ello.

—La conversación me está dando dolor de cabeza.

—Usted sabe lo que debe beber para que se calme. Guardaré mi bolso y regreso.

Negó. —Nada de eso. Tienes a un paciente esperando en la cama cuatro.

—¿Cómo? Si acabo de llegar.

—Tienes un paciente. Trátalo bien.

Se fue y me hizo lo de días anteriores, salió como todo un ganador y yo me quedé ahí con la historia clínica en la mano. Ni siquiera me di cuenta cuando me la dio.

Malas EnseñanzasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora