Capítulo 19

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Capítulo 19:

La suerte del cirujano, los internistas la desean

Corrí por los pasillos, una cosa rara en mí, ya que yo no era de las que trotaba ni porque su vida dependiera de ello. Pero el día de hoy lo hacía por un motivo importante. Uno que definía todo. Que sería un golpe bueno o malo para mi autoestima.

Me darían la nota de mi examen escrito.

Al final si presenté con los de segundo año. Estaba aún más difícil que el que yo había respondido con anterioridad, pero al menos me sentí más tranquila. Eli me ayudó a estudiar y yo me relajé al ver que entendía eso, que yo amaba dichos temas. Que podía hacerlo.

Y además que no había estado ni Stone, mucho menos la estúpida de Annabelle.

Después de mucho haberlo pensado, puse en la mesa las cosas que hicieron que yo cateara ese examen. Y lo que parece una tontería, se puede convertir en algo grande cuando te dejas vencer por los nervios.

Y me di cuenta de que en parte Whitman constituyó a que yo reprobara.

No es que quiera hacerla ver por una horrible persona, pero es que ella no me lo pone fácil. Supo cuál es mi punto débil y atacó con emoción. Porque desde el preciso momento en que dijo que leyera bien cuando todo se fue al piso. Me atacaron los nervios y caí como una tonta.

Y poniendo todo en retrospectiva, me di cuenta que todo lo que había contestado estaba bueno, pero por dudar cambié las respuestas a otros que también podía ser, pero que por mala suerte no eran. Debía de trabajar mucho en mi confianza. Sobre todo creer más en mí que en esa reencarnación del mal.

Normalmente no le habría hecho caso a esa loca, pero yo estaba atacada de los nervios. No recordé que yo era fuerte. Y la conversación que tuve con la roquita me ayudó a sentirme mejor, a pesar de todo. Porque fue lo que me dijo lo que me permitió concentrarme. Y es que había tenido razón. Si pude enfrentarme a dos especialistas para dar mi diagnostico, yo podría con ese examen. Y fue lo que me repetí durante todo ese día para no dejarme gobernar por los nervios a la hora de presentar.

Ahora esperemos que esté todo bien. Porque ahí, si me voy de aquí sin mirar atrás.

Llegué al departamento de interna y había una fila de estudiantes frente a la sala de reuniones. Cuando noté que se fueron quitando me preparé para lo que venía. Recé, pedí un milagro rogando que todo estuviera bien. Lo necesitaba para pasar, pero también para darme confianza. Y no olvidemos que para que la piedra no pase una vergüenza conmigo.

Me acerqué y busqué mi nombre. Casi que me eché a llorar en el proceso cuando lo vi. No podía creerlo.

Tenía un setenta.

Yo, tenía una setenta.

No era la nota eximida, pero había pasado un examen de segundo año y con una buena calificación. Yo era una ganadora llegados a este punto. No me importaba nada más.

Volví a leer verificando que no fuera una ilusión óptica. Y ahí estaba mi hermosa nota. Si pudiera la enmarcaría en mi casa.

Me alejé de todos y fui al cuarto de residente para llamar a mi padre y darle la noticia, el día anterior le conté con toda la vergüenza del mundo, pero como siempre, él logró hacer que me sintiera mejor con sus palabras de aliento.

Busqué su nombre, pero no pude darle al botón de llamar porque escuché una voz que detuvo cualquier acción que yo pudiera hacer.

—¿Te le abriste de piernas a Stone para sacar esa nota?

Malas EnseñanzasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora