Capítulo 60| Semiología de un corazón roto
Los médicos empleamos distintas herramientas y escalas para hacer un lenguaje que todos los que somos del gremio lo entendamos. Usamos algo llamado semiología, que no es más que el estudio de los síntomas y signos de las enfermedades.
Dentro de la semiología, los dolores tenían una manera específica por los cuales podían describirse. Se utilizan distintos acrónimos para no dejar pasar ningún detalle dado por el paciente. Mi favorito, el llamado Alicia, porque me recordaba mucho a Alicia en el país de las maravillas. Esto detallaba lo siguiente. La aparición, localización, irradiación que es básicamente a los lugares en donde también se puede sentir, su carácter, que es como se siente, la intensidad, la duración, que lo atenuaba o que lo calmaba.
Algunos de los dolores se sentían casi como un peso, le llaman dolor sordo y que son molestos, pero no al grado de incapacitarte, otros que son urentes, que queman como si te colocaran agua hirviendo. Unos punzantes y otros taladrantes. También se les describía la forma en que iniciaban, si comenzaban de forma insidiosa, metiéndose de a poco, aumentando con cada segundo, minuto y hora que pasaba. Otros de forma abrupta, sin ningún pródromo que te avise que te atacará. Además, tenemos cientos y cientos de escalas que te ayudan a medir su intensidad. En los niños se usan las caritas, en los adultos te piden un número del uno al diez. O te pueden preguntar para que digas si te limita o no tus actividades diarias. Aunado a eso, se toma en cuenta si incrementa con algo o si disminuye con una cosa.
El dolor que sentía en mi pecho por mi corazón roto no podía ponerlo en ningún lado. No tenía sentido.
Toda mi vida he estado acostumbrada al dolor, mi enfermedad me había hecho más sensible y a la vez más fuerte a ello, con el tiempo ya lo veía como normal. Pero ahora todo cambió.
En la escuela de medicina nunca me enseñaron como describir semiológicamente hablando esto que sentía. Lo más cercano que teníamos era la Cardiomopatía de Takotsubo, o lo que conocen de manera coloquial al síndrome de corazón roto. En ese momento se dispara una tormenta de catecolaminas, que no son más que estos mensajeros que se activan en tu sistema nervioso autónomo para la reacción de lucha o huida. Estas te causarán un dolor muy similar al de un infarto de miocardio. Un dolor opresivo en el pecho, posterior a una situación traumática, que se irradia al brazo a izquierdo, mandíbula y espalda. De intensidad que llega a diez, de manera aguda y que se exacerba con el ejercicio y que puede ceder o no con medicación.
El mío no llegaba a ese grado. Pero era difícil de detallarlo. Me dolía mi pecho, pero no me estaba matando, sin embargo, se sentía a la vez como un peso, también era quemante y punzante. En mi escala del uno al diez llegaba a ocho, si hablábamos de la de niños, la carita triste con lágrimas. No limitaba mis actividades, pero tampoco me daba ganas de pararme de la cama. se exacerbaba con el pensar en mi situación, disminuía cuando me quedaba dormida.
Era increíble la manera en que mi cerebro llegó a esa explicación tan estúpida del dolor en este momento. Pero yo era internista, ¿qué se podía esperar de mí? queríamos siempre buscarle una fisiopatología a todo.
Tal vez debería cambiarme a ortopedia. Ahí no se andaban con estas chorradas.
Había pasado una semana desde que todo ocurrió. Ni siquiera había querido pisar el hospital. ¿para qué? ¿para que todo mundo creyese que sabía lo que pasó entre Gabriel y yo? Igual me debían mis vacaciones, que se lo tomaran de ahí. No me han llamado porque no me he presentado, supongo que se debían calmar las aguas antes de que yo regresara. Tal vez pensaban que escapé. Todavía estaba viendo si yo iba a poder hacer eso. Porque lo único que quería era largarme de aquí y no volver jamás.
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Malas Enseñanzas
Любовные романыSe suponía que todo iba a ser sencillo. "Se suponía" Pero como siempre, todos mis planes eran una porquería. Yo comenzaría mi residencia médica y terminaría mi especialidad, mis metas iban viento en popa y era lo mejor de todo. Haría lo que fuese n...