Capítulo 11

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Capítulo 11:

No es nada personal


Todavía me encontraba nerviosa, el recordar lo que había pasado hacía unos minutos atrás en el cuarto de residentes. Esto me dejó con el corazón vuelto un desastre. ¿Cómo era posible que me hubiese pasado eso?

Es que eso traspasado toda línea, esto se lo llevó quien lo trajo.

Mi profesor me vio desnuda. ¿Qué de eso era normal?

No ayudaba para nada que fuera el hombre más guapo que he conocido en la vida. Mientras que yo bueno, era normal. Era linda, podía decirse que sí, pero no una miss universo. Mi cuerpo era delgado por la diabetes y tenía marcas en mis piernas y abdomen a lo largo de los años por el uso de la insulina. Así que no era si como una belleza, qué cuerpazo. Pero me defendía. Estaba consciente de ello.

Solo que bueno, yo no debería tener estos pensamientos. Era mi tutor. Era responsable de que yo me volviera una buena médica y parecía que le hubiese intentado sonsacar. Qué horror.

Dios mío, qué tan desastrosa puede ser mi vida.

No entendía tanta mala suerte. ¿Acaso le negué el agua Jesucristo? ¿Fui Hitler? Porque en serio, tanta mala suerte no puede ser posible. Tenía que ser algo así, porque esto se contaba y no se creía. Otra cosa que no entendía es que qué hacía en el cuarto de residentes. Los médicos tenían sus propias habitaciones, no compartían con nosotros.

Pero no seguiría pensando en ello porque me moriría.

Llegué a la sala y miré los nuevos ingresos, no había nada importante que requiriese mi atención. Y menos mal, porque luego de lo que me pasó cabe decir que no estaba al cien por ciento de mis cabales. Aún me quiero morir.

¿Pero es que había algo más bochornoso que lo que me ocurrió? Yo dudo porque esto era poner el listón por cielo y mira que lo que pasé en la cafetería se queda pequeño. Imagínate.

Menos mal que no iba pensar más en ello.

La única ventaja radica en que nadie más lo vio, de hecho, Eli no podía enterarse de eso. Sería peor, y seguiría con esas ideas de que nosotros somos los futuros Conrad y Nic de la serie esta El Residente. Eh no. No lo éramos.

Dios mío, ayúdame.

Las enfermeras estaban chismeando y yo me acerqué como la que no quiere la cosa e hice de ver que estaba revisando unas historias. No estaba demás enterarse de los nuevos chismorreos del hospital.

—Es bellísima y está recomendada del Hopkins. Es una gran inversión para el St. John hospital.

Sabía de quien hablaban, la estúpida que me estaba comiendo a preguntas en mi exposición. Algo me decía que eso no había terminado con ello.

—Y creo que por fin alguien va a domar a Stone. Míralos, se ven bien trabajando juntos.

Eso me hizo que toda mi atención se fuera a donde estaban señalando "disimuladamente". Estaban atendiendo los dos a un paciente. La doctora luciendo excelente en su ropa que daba un riñón adivinando que era de diseñador.

Le hablaban al paciente y esta parecía la imagen de la alegría y dada como si fuera la persona más dulce del mundo. Ojalá me hubiese mostrado algo así hoy en la mañana cuando exponía. A su lado Stone estaba serio, hablaba con él paciente en su estado normal. Solo que más relajado.

No lo tomaría como algo personal.

La cosa es que él giro su cabeza como si hubiese notado mi escrutinio y nuestros ojos se encontraron desde la distancia. De manera inmediata un rubor del color de una fresa tiñó mis mejillas, mi cuello y orejas.

Malas EnseñanzasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora