Capítulo 43 |+18|

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Capítulo 43| Cerca de ti (+18)


(Ya tienen el capítulo que tanto esperaban 🤣)

Sus labios tomaron los míos en un tórrido beso que logró que todos mis sentidos solo lo buscaran a él. Me aferré a su cuello como si mi vida dependiera de ello, dejé de lado todos mis dogmas, todas aquellas restricciones que me había autoimpuesto. Yo lo único que quería era sentirlo, que me llevara al placer de la forma en la que nadie nunca había hecho, solo Gabriel.

Sus manos se enredaron en mi cabello, su boca era el pecado y yo estaba dispuesta a caer en él. No me importaba nada en este punto, deseaba tenerlo dentro, tocándome, mostrándome cómo se sentía.

Había tomado la decisión y no me echaría para atrás, no cuando me estaba besando de esta forma.

Mi corazón latía como galopando en mi pecho, si fuera un examen físico del tórax esto significaría algo anormal, pero ahora que sabía lo que era entregarme a este hombre estaba consciente que no era nada malo.

Me arrinconó contra una pared y mi cabello le dio un tirón hacia atrás, con lo que tuvo mejor acceso a mi boca. Yo solo abrí más de esta para recibirlo, era totalmente rudo, desenfrenado, la delicadeza había desaparecido.

Tomó mi boca hasta que me quedé sin aliento, sus manos dejaron mi cabello y siguieron el camino de mi cuello para seguir descendiendo. Mi espalda estaba desnuda por el top y ahí donde tocaba dejaba una estela ardorosa, como si me quemara.

Su inspección se detuvo en mi culo, este me empujó hacia él y pude sentir su erección tocando mi abdomen, me levantó haciendo que rodeara mis piernas en su cadera y gemí al sentir el sitio en donde latía de forma descomunal. Me humedecía con cada toque que daba su dura polla.

Quería que nos quitara la ropa e invistiera en mí lo más bruto posible, pero Gabriel se tomaba su tiempo, hacía todo como cuando trabajaba, metódico, detallista y por Dios que me encantaba eso de él, pero yo estaba desesperada.

Mis pulmones ardían cuando nos alejamos. Su mirada castaña me veía y solo quedaba un pequeño aro de ese color marrón de sus ojos. El deseo en cada una de sus facciones. Y me sentí poderosa, valiente.

—¿Qué cambió?

La pregunta era clara, ¿Qué había pasado para que yo lanzara por la ventana mi sentido común y decidiera entregarme a él?

Yo no lo sabía, pero ¿qué importaba? Solo quería tenerlo en mi interior.

—Nada. —volví a refregarme contra él y un gruñido escapó de sus labios—. Mi deseo por ti ha ido creciendo, ya no quiero luchar contra ello. Te necesito. Tómame esta noche. Hazme sentir bien, por favor.

—No tienes que rogar, vida —y de nuevo el apelativo cariñoso que me dio hizo que todo dentro de mí explotara—. Te deseo como nada he deseado en la vida. Ardo por ti.

Yo acababa de morir.

De seguro estaba ahogada en la piscina y esto una imaginación que estaba dada por el cloro y mi último sueño en la tierra. Porque no podía ser posible que el hombre más serio, más rudo que conocí en el trabajo, fuera el mismo que me estuviera diciendo esas palabras. Esas palabras que se incrustaron en mi alma y no habría forma de dejarlas ir.

Y supe que mi decisión era la correcta. Lo quería, lo quería esta noche y todas las que fueran, pero me conformaría con una. Una que me hiciera recordar hasta el último día de mi vida.

Volvió su boca a la mía y fue como siempre, una mezcla de sensibilidad con un toque más hosco. Cielo e infierno, morir y vivir al mismo tiempo.

Su mano se detuvo en la tira de mi top en mi hombro, la hizo a un lado y besó el punto en donde el hilo había marcado. Algo que era tan simple se sintió como tocar un cable que no tenía aislamiento. Su lengua probó de ese punto y dio una suave succión en mi piel. Yo estaba a nada de correrme y ni siquiera estábamos desnudos.

Malas EnseñanzasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora