Capítulo 39| Ser pequeñaentre tanta gente
Estaba en Punta Cana.
Llegamos a República Dominicana y apenas bajamos del avión el calor del lugar me asó. Nunca antes había estado en un sitio así de caliente. Canadá era un refrigerador comparado con esto y me sentía que me iba a derretir.
Todo era diferente, la gente, el aire y la manera de las personas expresarse. El castellano se escuchaba en todos lados y yo me sentía perdida.
Habíamos hecho el cambio de avión para ir al verdadero sitio donde sería el congreso. Y llegamos al fin. Stone me tomó del brazo y me ayudó a bajar, Yo estaba un poco mareada por el calor y que no había comido bien ya que me pasé todo el vuelo durmiendo como necesité. Había una alegría en el ambiente que me encantaría compartir, pero yo estaba desanimada más que todo.
—¿Tienes hambre? —preguntó cuando ya estábamos en el taxi para ir al hotel.
—Comeré algo cuando llegue a la habitación.
Había traído algunas cosas de casa en mi maleta. Enlatados, galletas y otras cosas, no pensaba gastar tanto dinero aquí. Aprovecharía que el desayuno era buffet y el almuerzo me lo daban por ser asistente al congreso. La cena podría improvisar.
—Comiste una sola vez en el vuelo.
—Tenía sueño.
Como nuestras maletas se permitían en primera clase, no tuvimos que buscar más equipaje. Así que tan pronto estuvimos fuera, ya estaba un taxi esperando por nosotros. —Yo no hablo nada de español.
—Yo tampoco, pero aprendí lo básico para no morir aquí —dijo cuando el taxista comenzó a ir rumbo al hotel.
No podía ver demasiado ya que era de noche, el vuelo de diez horas había sido largo y no sabía cómo aguanté tanto sin morir del dolor en mi cuerpecito. Eso era una putada pasar tanto tiempo ahí sentada.
Todavía me encontraba aletargada. Solo quería dormir, pero sentía en mí esta electricidad que se encontraba cuando estaba cerca de Gabriel. Esa que quería que la ropa dejara de existir y nos pegáramos como una tuerca, pero la conversación que tuve con él seguía fresca en mi cabeza. Nada bueno traería esto.
Siendo sincera, estaba algo extrañada de que aceptara eso así de fácil, pero tal vez se dio cuenta de que era mejor dejarme de lado que perder todo lo que había trabajado. Era lo normal, yo tampoco haría algo que pusiera en riesgo mi reputación profesional.
Así que aquí estábamos en este punto de inflexión. Solo deseaba que las cosas fueran diferentes.
Llegamos al hotel y casi se me salieron los ojos. Era demasiado. —Todo es parte del paquete del congreso —explicó.
Apenas bajamos un botones llegó y tomó mi maleta, él rechazó que llevaran la suya. —Anda a tu habitación y come algo.
Solo asentí.
Seguí mi camino y escuché un chillido. Me giré para ver cómo unos tacones repiqueteaban en el piso del hotel y corrían hacia Gabriel para abrazarlo.
La maldita perra estaba aquí.
—Gabriel, qué bueno que llegaste. Ya estaba aburrida aquí y mis amigos no han llegado todavía.
—Eh, buenas noches —estaba sonando más canadiense que nunca y eso que era tejano—. No sabía qué vendrías.
Se suponía que me debería ir a acostar, pero no hubo forma de moverme de dónde estaba. Sobre todo porque veía a la estúpida con Gabriel.
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Malas Enseñanzas
RomansaSe suponía que todo iba a ser sencillo. "Se suponía" Pero como siempre, todos mis planes eran una porquería. Yo comenzaría mi residencia médica y terminaría mi especialidad, mis metas iban viento en popa y era lo mejor de todo. Haría lo que fuese n...