Capítulo 17

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Capítulo 17:

Buscándote a ti

Dos días pasaron después del incidente ocurrido en emergencias. Dos días en que me dieron libres porque fui una de las personas que salió afectada. Tal vez no fui herida, pero por el lado de la salud mental es otro cuento. Así que fueron dos días en donde estuve encerrada en mi casa pensando mil cosas que me tenían la cabeza hecha un mundo.

Dos días en que tampoco no lo veía.

Sí, ya me había acostumbrado a ver al señor insoportable, y antes del beso creo que podría haber disfrutado de la forma en que me estaba enseñando esta carrera. La manera en que yo le enervaba la paciencia y tenía que soportarme. Era un doctor bastante allegado a sus pacientes y eso era un rasgo que admiraba, además de que aprendía bastante trabajando a su lado. Lo que me hacía pensar en que estuvo fuertemente herido y que pudo haber pasado a otra vida.

No debería preocuparme por él, pero lo hacía. Era mi docente, me estaba entrenando, no sería nada anormal que yo sintiera temor de que lo ocurriese algo. No era más nada que angustia de una alumna por su profesor. Más nada.

O eso quería convencerme.

Al menos no había tenido más exploraciones locas imaginándomelo a él y mucho menos me hice bolas pesando en su beso. Solo lo dejé fluir, no es como si entre nosotros hubiese algo más que esta relación tutor – estudiante.

Así que me dediqué a no pensar en él, a repasar algunos temas de mi próximo parcial trimestral. Tenía que salir bien. No había otra opción y andar pensando ñoñerías me hacía perder el tiempo

Pero el descanso acabó y me encontré en la sala de medicina interna. Volver a la realidad y al temor de que me pudiese pasar de nuevo como lo del pandillero me tenía asustada. Trataba de mentalizarme que eso fue algo que nunca volvería a ocurrirme, pero no podía evitar el miedo que sentía.

Mi papá estuvo a punto de venir a verme, pero sabía que no podía pedir más días libres por mi causa. Así que luego de una video llamada en donde le explique y señalé que no estaba en una cama tirada con una herida mortal, me dejó tranquila con la advertencia de que en cuanto no más se aparecería a cuidarme.

Era posible que lo hiciera.

Era un cúmulo de emociones, miedo, ansiedad, preocupación. Sobre todo esta última porque quería saber cómo estaba Stone. No tenía idea de si seguía recluido aquí, pero algo me decía que él no sería un paciente normal. Tenía toda la pinta de ser el médico que podía atender a todos con paciencia, pero cuando era vulnerable era un amargado de lo peor.

Y la otra cosa que me tenía hecha un desastre era las palabras dichas por la zopenca de Annabelle. Me recordaba a la perra de la muñeca. Cuando no quería verla, se aparecía. Y la molestia que sentía hacia ella no tenía nada que ver con la presión, sino con lo insoportable de la barbie diabólica.

Pero bueno, si pude con Stone, podré con este horrocrux.

Salí del cuarto de residente y me sumergí en la actividad diaria de medicina interna. No había casi pacientes y la mayoría estaba a punto de dar el alta. Yo me cercioré de que todo estuviera bien y respiré antes de emprender camino hasta las habitaciones, el miedo que tenía estaba lejos de ser el causado por la adjunta. Sino por lo pasado con el chico.

Me puse a revisar a cada paciente y tomé signos vitales, hablé con varios algunos para verificar de que estuvieran bien y me animé sabiendo que esto era lo que amaba. Tal vez medicina interna no fuera la más asediada por los médicos recién graduados y Cirugía era el centro de todo lo que añoraban, pero a mí me encantaba. Era un reto porque tenía que saber de todo, de Cardiología, neurología, endocrinología e intensiva. Somos la computadora de los hospitales.

Malas EnseñanzasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora