Capítulo 59

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Capítulo 59| Regrésame mi corazón


—Y mi carta de renuncia como adjunto de este hospital.

Las palabras reverberaron en las paredes de la oficina como si tuviera eco. No las había captado a la primera porque pensé que estaba oyendo incoherencias. Sin embargo, el sonido repetido me hizo entender lo que había dicho.

Gabriel se había terminado de volver loco, pero cuando lo vi tan decidido, no pude evitar pensar en que de verdad estaba haciendo esto y reaccione al darme cuenta de que él estaba dejando toda su vida para defenderme. Yo no podía permitirlo.

—Él no va a renunciar —exclamé cuando al fin pude hablar. Mis ojos encontrándose con los del director.

—Taylor, ya está dicho —Gabriel me dijo seriamente—. Todo el consejo está notificado. Me iré del hospital.

Todo se desestabilizó a mi alrededor y yo no comprendía nada. —Es tu trabajo. No puedes renunciar —susurré.

—Y yo fui quién la cagó, no tú —miró al director—. Ella va a tener aprobado su primer año y terminará aquí su especialización. No va a tener ningún problema de ahora en adelante.

—No puede renunciar por una chica. Usted será la burla de todo mundo. Perder el prestigio por una...—Gabriel lo cortó con una mirada.

—Ten cuidado con lo que vayas a terminar esa frase. Porque te arrepentirás de ello —respondió Gabriel en un tono sombrío—. Ella es la mejor residente que ha tenido este hospital en mucho tiempo y despedirla sería una estupidez. Yo soy el especialista que la sedujo, quién le pidió tener una relación de esa forma. Por lo tanto, soy el único que recibirá el despido.

Eso era mentira. Ambos habíamos intentado luchar contra la atracción, solo que cuando ocurrió fue difícil no volver a desear sentir la pasión.

—Se volvió loco. No lo puedo permitir.

—Estoy más cuerdo que nunca. Y no es algo que usted decida. Lo haré yo.

Yo no podía ni siquiera hablar. este hombre estaba dejando de lado todo lo que había construido por esto que teníamos y solo podía pensar en lo mucho que lo amaba.

—La conversación con la Doctora Taylor ha terminado.

Me tomó del brazo y me sacó del nido de víboras que era esa oficina. Yo solo lo dejé hacer porque con todo lo que había pasado el día de hoy yo me encontraba como a la deriva. Como barco sin rumbo. Era como ver todo a través de una pantalla. Otra persona que no era yo.

Abrió la puerta de su consultorio y me hizo pasar al lugar que conocía tal como mi propia casa. Donde todo comenzó. La primera reunión, nuestra primera vez ahora la última aquí como mi jefe.

Él había renunciado, por mí.

Sabía que detrás de ese hombre había una persona noble, pero no había imaginado cuánto. Realmente creí que estaría solo en todo esto, pero me demostró que su promesa no había sido en vano. Él me estaba protegiendo. Pero perdía todo lo que era por mí.

Por eso y más es que lo amaba, porque siempre me demostraba que era más de lo que mostraba. Y él tenía que saberlo. Ya no había nada que me impidiera decírselo. Salvo el miedo.

Todo era tan complicado. Habría sido mejor si ninguno de los hubiese sucumbido al deseo.

—Yo...—comencé.

Negó. —Nada de esto es tu culpa.

—Pero es que no puede ser que hayas renunciado. Sé cuánto amas tu trabajo.

Malas EnseñanzasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora