Capítulo 13

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Capítulo 13:

Las reglas que no acato


Stone me estaba besando.

Gabriel Stone me estaba besando.

No pensé en nada más, me dejé llevar y obvié todas las cosas por las que esto estaba errado. Yo solo me aferré a su cuello como si mi vida dependiera de ello. Me entregué al beso más arrollador que había sentido en mi vida.

Era como él, duro, sin contemplaciones. No había delicadeza en ello, solo saqueaba mi boca y me probaba como si estuviera famélico. Yo solo lo dejé, me abracé a su cuerpo mientras que estaba tomando mi boca desenfrenado.

Y me gustó.

Introdujo su lengua en mi boca y probó cada resquicio, yo halé su cabello y gemí ante la sensación. Sentía como de a poco me excitaba, mis senos dando contra su duro pecho.

El sonido del seguro en la cerradura lo escuché. Él tomó mi pierna y la alzó enrollándola con su cadera. Me recostó contra la puerta y sentí como mi centro daba contra el sitio donde empujaba. Sentía lo grueso que estaba.

Por mí.

Gimoteé al friccionarme contra su cuerpo y mis pezones se pusieron como dos guijarros al sentirlo. Era como si quisiera fundirme con él. Tal cual como las discusiones que teníamos, pero más intenso. Me estaba besando como si me necesitara para respirar.

Bajé mi mano por su espalda y me recreé en los músculos del dorso, él por su parte exploró y llegó a mis nalgas en donde me alzó e hizo que me rozara más con su polla. Ambos nos descontrolamos en este punto. Era una combinación de lengua, dientes y mucha presión por parte de los dos.

De repente mis pulmones empezaron a necesitar oxígeno y ambos nos alejamos sin ganas de hacerlo. El peso de lo que acabábamos de hacer cayendo como plomo sobre nosotros.

Me había besado con mi profesor.

Mierda, mierda.

Stone no estaba mejor que yo. Parecía que había cometido un crimen capital en vez de haberme besado. Esto había llegado demasiado lejos.

—Joder —espetó.

Eso no sonaba bien.

¿Qué coño hicimos?

Ambos nos miramos, pero era difícil, habíamos roto una regla importante. Esto era ir más allá de lo que deberíamos. Más allá de haber hecho un examen sin permiso, de haberle gritado. Nosotros rompimos la más grande las normas y era la confraternización.

Se atusó el pelo en estrés. Nunca antes lo vi así, no era rabia, es que estaba a punto de entrar en colapso. Se dio cuenta que también la habíamos cargado.

Yo solo pude mirarlo, me arreglaba la ropa y sentí coraje, decepción de mi misma.

—Si quieres decirle a la facultad estás en tu derecho. Me sobrepasé.

¿Qué demonios?

—Esto no debió haber pasado —continuó.

Yo creía que me gritara era feo, pero que me dijera eso destruyó algo dentro de mí. Se sintió completamente horrible, rastrero. Como que mi beso fue el medio para un fin.

—No estoy buscando pasar la residencia de esa forma —dije al fin.

—Haz silencio, Taylor.

Estaba enojada más allá de cualquiera de las veces que él hizo que me molestara.

Malas EnseñanzasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora