Capítulo 47
¿Intereses? Tú.
Cuando el ambiente tenso cesó, Gabriel me miró de una manera que logró que mi corazón latiera acelerado como una carrera. Sentí como mis mejillas se ruborizaban. Antes de ese viaje, habíamos mantenido una distancia debido a mí. Pero ahora todo había cambiado, los dos en este consultorio que es donde empezó verdaderamente todo, me hacía sentir diferente. Ambos habíamos cambiado demasiado.
—Te ves hermosa —dijo colocando un mechón de mi pelo tras mi oreja.
—Solo me dejé el cabello suelto —expliqué.
—No sólo hoy, siempre.
Podía sentir como mi cara iba tomando más color.
—Casi vas a llegar al rojo de tu cabello. —sentí sus brazos rodearme para acercarme a él y el galope de mi pecho se hizo más acentuado—. Me recuerda a cómo te ves después de haber llegado al orgasmo.
Jesucristo.
Pero antes de que pudiera contestar algo, si es que mi cerebro hacía sinapsis luego del cortocircuito que recibió por sus palabras, me besó.
Al unir nuestros labios, esa energía que siempre estaba alrededor se hizo más electrificante. La manera en que me besaba era como si estuviera teniendo sexo lento e intenso a la vez. Su lengua recorría todos los espacios de mi boca con tiento, mientras que jugaba con la mía.
Al alejar su boca, por poco no me quejé con un berrinche digno de una niña de cinco años para que volviera otra vez a mí.
—Debo ir al servicio —dije cuando me recuperé.
—Tu adjunto no te va a regañar.
—No lo creo, lo que pasa es que es un hombre muy exigente y no acepta excusas por nada del mundo—dije siguiendo el mismo juego.
Su sonrisa me desarmó. —¿Sí? Le puedes decir que estabas atendiendo un asunto de suma importancia. Estoy seguro de que entendería.
—No le gusta que me ausente. Es muy exigente.
—Si le explicas, comprenderá que estabas haciendo tu trabajo, ayudar al otro.
¿Quién era este Stone juguetón y que hicieron con el amargado? ¿Me lo cambiaron con su gemelo malvado que es bueno y luego quiere venganza?
Era confuso.
—Tiene reglas, reglas que dicen que debo estar en los lugares y a las horas que él ordene.
—El tipo suena como un coñazo.
Sonreí. —Lo es.
Volvió a besar mis labios y me derretí en torno a su boca. Deseé volver a estar en aquella habitación de hotel, dónde solo estuviéramos pendientes de conseguir nuestra ansiada satisfacción sin pensar en la gente alrededor.
—Ven a mi casa esta noche —susurró cuando se alejó de nuevo.
Yo debí haber escuchado mal.
—¿Qué dijiste?
—Que vengas a mi casa esta noche —explicó pese a que él sabía que yo entendí la primera vez que lo dijo.
Nosotros no habíamos hablado de ello, de cuándo y dónde íbamos a tener nuestros encuentros. Sin embargo, nunca imaginé que sería a su casa.
—No creo que sea seguro.
—Lo haremos seguro.
No importaba lo que me dijera, yo aún sentía este miedo de que una indiscreción nos hiciera caer. Era humana, no podía evitar que el terror me gobernara, aunque lo intentara, yo tendría esa espinita de pánico de que alguien supiera.
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Malas Enseñanzas
RomanceSe suponía que todo iba a ser sencillo. "Se suponía" Pero como siempre, todos mis planes eran una porquería. Yo comenzaría mi residencia médica y terminaría mi especialidad, mis metas iban viento en popa y era lo mejor de todo. Haría lo que fuese n...