Capítulo 45 |+18|

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Capítulo 45| Lecciones que no eran de medicina |+18|

Desperté al sentir unas caricias que se prodigaban en mi piel. Yo me encontraba un poco desorientada y no recordaba muy bien dónde estaba. Solo sabía que alguien comenzaba a trabajar el camino hacia mi intimidad.

Mierda.

Abrí los ojos y mi mirada se enfocó en una larga cabellera castaña que caía sobre mi abdomen. Una boca lujuriosa iba dejando besos húmedos por toda la piel que encontraba y al llegar a mi ombligo le dio un cariñoso cuidado que me hizo retorcerme de deseo.

—Buenos días, Vida.

¿De verdad acababa de ser despertada por este hombre?

Sí.

Después de que acepté su trato perdí la cuenta de cuántas veces me hizo correr. Fue demasiado y no sé ni cómo no desmayé por todo el placer que me había dado con su boca, dedos, miembro. Todo de él.

No pude ni responder a su saludo porque estaba llevando su boca a mi sexo. Ni siquiera pude pensar luego de eso, solo lo sentí mientras lo atraía con mis piernas ahí donde estaba probándome.

—Oh mi Dios, Gabriel —lo tomé por su cabello y realmente no pensé si lo estaba lastimando, solo lo hice que se acercara más a mí y que me diera más.

Su boca encontró mi botón hinchado, y se dedicó a chupar de este mientras que mi cadera basculaba buscándolo. Lamía con ansias mi interior, mientras acariciaba con un dedo y luego dos ampliándome más para su próxima intromisión.

Gabriel movía su pulgar en círculos por mi clítoris y mis músculos internos de su empezaban a contraerse antes del orgasmo que sabía que pronto me vencería. Escarbó con su boca como si su vida dependiera de ello y lo disfruté por entero, sabiendo que este hombre sería por completo mío por un tiempo.

Fue de arriba abajo por todo mi pliegue, besando, introduciendo su lengua mientras me olía, me cataba y mordía suavemente en distintos. Sentía sus dientes y solo podía alentarlo a que siguiera en ello. El dolor y placer se entremezclaban haciendo que miles de sensaciones deliciosas se hicieran dueñas de mí.

No pude detenerlo, cuando introdujo tres dedos en mi coño, me corrí en un grito. Puede que lo hubiese asfixiado con la fuerza de mi agarre, pero no pude detenerme. Solo me entregué a la sensación extracorpórea que se sentía como una droga.

Cuando volví en sí, mis piernas cayeron sobre la cama sin ningún tipo de fuerza. —Tu sabor me vuelve loco.

Por poco no me fui por ene vez desde la noche anterior.

Mi cuerpo estaba sudoroso, mi vientre se sentía tenso y mi vagina brotaba líquido. Ese era mi estado normal desde el momento en que lo conocí. Yo a este hombre siempre lo desee pese a que me trató mal en un principio. Era la relación más tóxica que había tenido además de la que tenía con la carrera de medicina.

—Buenos días —dije al fin.

—Nos quedan unas tres horas si queremos estar listos para tomar nuestro vuelo. ¿Qué quieres hacer?

La cara de pervertida que de seguro debía de tener tuvo que darle una respuesta, porque enseguida noté su sonrisa sardónica. Esa que tenía reservada solo para cuando estaba a solas. Y yo desee que él hiciera conmigo lo que quisiera. Sabía que lo iba a disfrutar de cualquier manera.

Vi como tocaba su sexo, este estaba completamente erecto y mi vagina quiso que estuviera dentro de mí. Ayer por poco no nos acabamos la caja de preservativos. Y eso que era una de las grandes. Pero la razón es que éramos insaciables con respecto al otro y hasta que no estuvimos agotados por completo, no nos pudimos detener

Malas EnseñanzasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora