Capítulo 16

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Capítulo 16:

Cuando no es una cosa, es otra

Sabía que era tarde para echarme para atrás e irme. Que tal vez debí esperar unas horas más para poder actuar como debería. O por lo menos pensar en algo qué decir y no quedarme como una idiota mirándolo. Me había encontrado aquí con las manos en la masa y lo menos que quería era que me viera. Que supiera que estaba preocupada por él.

No sabía cómo armarme de valor para hablar.

—Taylor —hacia menos de dos minutos me había llamado por mi nombre de pila y escucharlo de nuevo en su voz de mandato no era agradable. Mi nombre sonaba bien dicho por él.

Pero no debía acostumbrarme.

Y no, el señor podía estar recién despertando de la anestesia, pero no perdió para nada su voz de militar. Lo que en cualquiera hubiera sido una herida mortal, en él parecía un rasguño por lo tranquilo que estaba. Salvo una ligera ronquera que debía de ser del tubo traqueal que tenía en la anestesia.

Tenía que hablar, me quedé aquí como una retrasada y estaba perdiendo los papeles como una idiota y yo no era Anabelle.

—Solo quería saber que estaba bien.

—No me morí, aunque eso habría sido mejor para ti, ¿no crees?

Me enojé.

En serio que lo hice. ¿Cómo podía decir algo como eso? Me caía mal, pero no para tanto.

—Si es estúpido. No deseo su muerte.

—Aunque te habría hecho la residencia más fácil.

Tarde me di cuenta que estaba bromeando.

—¿Usted acaba de hacer un chiste?

—Si lo estás preguntando es porque no lo hice bien. —tosió y yo acerqué una botella de agua que estaba al lado—. ¿Por qué estás aquí, Taylor?

—Ya le dije que porque quería saber cómo estaba y darle las gracias por lo que hizo, pero ya me voy. La doctora Withman me imaginó que querrá verlo.

—No le digas que desperté. Es más, di que estoy sedado entero.

Eso me extrañó si era sincera conmigo misma. —Pensé que era su mejor amiga.

Dios, pero qué me pasa. Mi voz sonó como la de una mujer celosa. Y yo no lo estaba. Él no era mi asunto, ni mi problema.

—No vas a olvidar lo de ayer, ¿No es así?

—No. Me hizo sentir mal que no creyera en lo de usted mismo me ha enseñado.

—Al menos he enseñado algo bueno. Últimamente solo doy malas enseñanzas —no podía engañarme, ese tono quería decir algo por completo diferente a las clases de medicina que debería inculcarme. Y tenía que ver con el beso de ayer—. Eres una buena médica, Taylor.

—Hey vaquero, no se está muriendo. No es necesario que me diga cosas que no cree porque piensa que está en las puertas de la muerte. Ya salió de quirófano y se recuperará.

—No lo digo por eso —cerró los ojos como si la conversación conmigo fuera cansona, aunque bueno, se trata de mí y eso era probable—. Me sacas de quicio más que cualquier persona.

—Me hubiese dejado ir a la primera, pero no lo permitió con su discurso "de que yo debo ser más fuerte y menos cobarde", así que aquí estamos. —ambos nos miramos, la intensidad siempre estaba allí, apabullándonos y haciéndonos sentir ahogados. El recuerdo de su boca llegó a mí con demasiada rapidez, la manera en que la probó como un hambriento, necesitado de más y más—. Creo que debería irme. Tiene que descansar.

Malas EnseñanzasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora