Capítulo 35

6.5K 588 56
                                    

Capítulo 35| En la mira del enemigo


Abracé a Alex con fuerza, este me devolvió el mismo, en ese momento escuché un susurro en mi oído. —Cuida de mi chico, te necesitara.

—Siempre. —le di un beso en su frente, aunque me costó porque era más alto que yo—. Pórtate bien y ten un buen viaje. Algo me dice que será el inicio de lo que será una vida maravillosa.

—Por supuesto, estaré arreglando todo para que vengan a visitarme. Los extrañaré mucho.

—Tomaré esa propuesta. Quiero un sexi inglés para mí. Me pone ese acento.

Los dos rieron de mis locuras y me sentí bien pese a que estaba en mi mejor momento de payasa.

Yo me alejé y dejé a Eli en su momento. Lo vi que lo besaba y mi corazón dolió por la escena. No quería que se alejaran. Se necesitaban mucho el uno con el otro. Era de esas parejas que te hacían creer en que el amor estaba en algún lado esperando por nosotros.

Se despidieron y Eli se alejó. Pasé mi brazo alrededor de su cuello y lo atraje hasta mí. Él no había llorado todavía, pero sabía que después de que Alex pasara esa puerta de embarque se echaría a morir de la forma más desconsolada.

Alex se giró y nos saludó por última vez desde la distancia, luego se dio la vuelta y emprendió su nuevo camino.

Mi pobre Elijah se rompió.

Lo abracé fuertemente mientras lloraba y trataba de calmarlo, pero él parecía tan triste. No quería imaginarme estando en su posición. El amor era una putada sobre todo cuando tenías varios mares y medio mundo de distancia.

—Vamos a casa, amigo.

Yo tomé las llaves de su auto y conduje hasta el apartamento que compartían. Era todavía muy temprano en la mañana y el sol ni siquiera había salido bien. El vuelo de Alex era muy temprano y por eso fuimos a acompañarlo.

Elijah había llorado todo el camino y decidí pasar por un McDonald veinticuatro horas. Pedí un helado para él y se lo fue comiendo en medio del llanto hasta llegar a su casa. Al menos ahora no hipeaba.

—¿Quieres que me quede contigo hoy? —pregunté.

Negó. —Very, te amo. Eres mi hermana, pero voy a ser un desastre llorón todo el día. Así que quiero estar solo. Te prometo que si me siento mal te llamo.

No estaba muy convencida, pero al final acepté porque sabía que él necesitaba eso.

Tomé mis cosas y antes de irme lo abracé. —Todo va a estar bien.

Él no me creía ahora, pero sabía que lo estaría. Algún día volverían a lo suyo. Y serían felices. Porque las parejas en donde había verdadero amor, este siempre al final ganaría y prevalecía.

🩺🩺🩺

Pasé mi identificación por el escáner y dejé mi mochila en mi casillero. Tan pronto como estaba saliendo del cuarto de descanso me encontré con dos compañeras de residencia que me miraron como si fuera una aparición y no como bueno, su compañera.

—¿Taylor estás aquí?

No, solo era una alucinación causada por el oxigeno hospitalario. Preguntaban unas tonterías.

—Sí, ya me reintegré —dije a las dos mientras que me daba la vuelta y me iba a donde pudiera trabajar.

Apenas llegué al stand de enfermeras del servicio, la jefa de enfermería me miró y una sonrisa se posó en sus labios. —Doctora Taylor, qué alegría verla recuperada.

Malas EnseñanzasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora