El día está a punto de terminar y la tarea de mudar las pertenencias de Ana, a casa de Eduardo, va yendo muy bien. La abuela había dicho que por el momento, sólo trasladaría las cosas escenciales, aunque varias cosas no lo son, Malia está más que feliz en ayudarla y de paso, oírla hablar tan cariñosamente con Eduardo.
No puede mentir en el hecho de que está casa, está lleno de sus recuerdos con los chicos, de Ethan y extrañamente a pesar de ello se siente bien, se siente feliz haber vuelto.
— ¿Segura que quieres que lo cuelgue tan alto?— pregunta Malia hacia Ana, quien está en la cocina. La joven se refiere al cuadro que tiene entre sus manos, con la foto de ella junto a su hermana. Ana, le pidió que lo colgara junto con los demás cuadros en la pared de la sala.
— si, cariño— contesta Ana, pero Malia está prestando especial atención a las otras fotos dispuestas allí, como las de Ethan de niño, cuando apenas era unbebé y simplemente, no ha perdido esa manera de sonreír. — ¿Malia, necesitas ayuda?— sigue Ana rompiendo su concentración.
— ahh no- responde la joven, obligándose a dejar de admirar al pequeño Ethan. Así que visualiza el único clavo disponible, pero para su mala suerte, debe ponerse de puntas de pie para tratar de alcanzarlo. Para eso se apoya contra la pared, concéntrada en su trabajo, y está a punto de conseguirlo sola hasta que por el rodillo del ojo ve como alguien extiende su brazo y termina por ayudarla a colocar el cuadro como si nada.
Ese perfume y tatuajes a lo largo del brazo la hace pensar en una sola persona. Tiene miedo de comprobarlo, asi que se gira lentamente para despejar sus dudas.— Ethan- pronuncia, con su mejor cara de pocos amigos. Ya tiene la guardia alta, está lista para defenderse de él pero esta vez algo ha cambiado.
Ethan, la mira a los ojos sin decir o hacer algo, como esperando encontrar algo más pero lo extraño es la tranquilidad con la cual lo hace. No esta tenso, no está enfadado o de mal humor.— ¿Por qué estás aquí?— pregunta Malia, escapando de su penetrante mirada.
-¿Por qué no lo haría?— Ethan, se deja caer en el sofa plácidamente,
— Es la casa de mi abuelo, después de todo.— ¿Sabias que mi abuela se mudaria con él y por lo tanto, que yo estaría aquí?— habla Malia, caminando lentamente detrás de él.
— Sabía que Ana se mudaria. Pero no sabía que tu miedo de regresar aquí se iría...
— Yo no tenía miedo de regresar— ruge con el ceño fruncido, aunque es una vil mentira.
— Claro, sí. Yo nunca he dejado de venir, sin embargo tu, tardaste seis años en hacerlo, ¿Qué cambio?— se recuesta sobre el sofá, apoyando su nuca sobre el respaldo del mismo, mirando el techo o más bien, se coloca de esa forma para alcanzarla con la vista disimuladamente.
— Sé que está es la casa de tu abuelo, yo estoy aquí por la mía, así que no es necesario que mantengamos una conversación como está — escupe Malia, cruzando miradas con él hasta que Ana, ingresa a la sala más que feliz.
— ¡Ethan!— Tan pronto como lo llama, Ethan se reincorpora abrazándola pero, lo más sorprendente es esa expresión, esa sonrisa cálida, sin duda son los detalles de la personalidad de Ethan que Malia tanto amaba.
— Cariño, llegaste justo para la cena— habla mirando de reojo a Malia,
— ¿y sabes? Me falta un poco de sal.¿Por qué no van a comprar?Malia, incapaz de ocultar su expresión de enfado porque sabe cuales son las intenciones de Ana, la mira fijamente.
Ethan, le regala una sonrisa de lado.
— Puedo ir por ello pero no puedo quedarme a cenar abuela.Esa respuesta es inesperada para Malia, pero esta decidida a no mostrar sus emociones frente a él.
— Yo iré por la sal— habla mientras camina en dirección a la salida, sin darle tiempo a su abuela de detenerla. Sin embargo, cuando está saliendo de la casa, escapando quizás, se da cuenta que nisiquiera sabe donde ir ya que no había visto la tienda que antes estaba cerca de la casa. Mira de un lado, mira del otro decidiendo qué camino tomar hasta que a su campo de visión llega Ethan, quien se para a unos metros de ella con las manos en los bolsillos de su chaqueta.
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A través de tus Ojos.
RomanceLa oscuridad los encierra a ambos pero desean vivir en ese infierno, juntos... De líder de una pandilla a jefe mafioso, ¿que podría salir mal? En un mundo lleno de deseo, lujuria, adicciones, peligro y muerte....