—______, despierte —Una voz masculina se escuchaba algo lejana. Tus parpados se sentían tan pesados que resultaba difícil abrirlos para indagar a quien pertenecía esa voz. Tu cuerpo comenzaba a despertar y las sensaciones en el igual, sentías como estaba cubierto con una fina manta— ¿Me oye?
Fue cuestión de segundos para que tus parpados dejaran de pesar y lentamente abrieras tus ojos para lograr acostumbrarte a la luz que había en ese lugar que aún intentabas descifrar. Una habitación de hospital, algo fría, el blanco resaltaba, una ventana con persianas ligeramente cerradas para evitar que los violentos rayos del sol entraran y un hombre. Un hombre con bata blanca, estetoscopio en su cuello, cara alargada, ojos algo pequeños y nariz delgada, así como el resto de su cuerpo.
El comenzó a tomar tus signos vitales, veía el monitor y luego la bolsa de suero con medicamente que entraba directamente a tu torrente sanguíneo por intravenosa.
—Bien, todo parece marchar bien —Volvía a colgarse su estetoscopio— ¿Sabe que le pasó?
Al principio, fue difícil hacer memoria porque tus recuerdos parecían distorsionados, pero luego lograste llegar a la conclusión de que habías tenido un accidente en el autobús que te llevaba a casa. Un camión de carga chocó con la parte lateral derecha en donde tu estabas sentada. No recuerdas tener dolor físico, es más, tan pronto el camión chocó todo se tornó negro entrando en un profundo sueño.
—Si, si se porque estoy aquí —Decías con algo de dolor de garganta por el tiempo que no corrió liquido por esta.
—Bien, voy a explicarle su diagnóstico. Sufrió una lesión menor en la cabeza lo que le puede provocar un poco de mareo, tuvo una fractura de tibia en la pierna derecha que ya fue tratada con el respectivo procedimiento y algunas heridas menores como raspones y pequeños cortes. Lleva dormida alrededor de cuarenta y ocho horas —Tu escuchabas atentamente las palabras del hombre que parecía no rebasar los treinta años— Quisiera saber si tiene algún familiar que podamos contactar para informarle de su estado. Cuando usted llegó aquí no pudimos contactar con nadie
—Si, pero no pueden venir —Aclarabas tu garganta— Soy de otro país, mi familia esta allí y yo soy la única aquí
—Comprendo, ¿y alguna amistad? —Asentías. El abría el cajón de la mesita que había a tu lado para entregarte en una bolsa hermética en donde estaban tus objetos personales como tu billetera, teléfono celular y algunas otras cosas— Puede llamarlos para que vengan por usted en cuanto se le de el alta porque su lesión en la pierna no le va a permitir moverse con facilidad
—Lo haré, muchas gracias doctor
—No hay de que, voy a hacer que traigan sus tres comidas de ahora en adelante —Estaba dispuesto a retirarse, pero se detuvo en seco para voltear a mirarte de nuevo— Tuvo mucha suerte
...
Llevabas cuatro días en el hospital. Conversaste con una de tus mejores amigas, Yeesul. Ella cuido de ti en las noches ya que el resto del día tenía trabajo que hacer. También, dijo que podrías quedarte en su casa mientras tu pierna curaba.
El doctor, quien no dijo tu nombre, estuvo al pendiente de ti, visitando tu habitación tres veces al día para asegurarse de que todo estuviera en orden lo que fue de bastante ayuda psicológicamente hablando porque el comenzó a conversar contigo de otras cosas fuera de tu estado de salud lo que te hizo sentir menos sola.
—¿Puedo pasar? —Luego de tres leves golpes en la puerta, la voz de aquel doctor resonaba a lo que tu respondías con un "adelante". La puerta se abría dejando ver un joven alegre sonriendo mientras dirigía su vista a ti— ¿Cómo se siente el día de hoy?