Era hora de que te fueras a tu trabajo, pero debido al repentino acontecimiento temporal, ibas demasiado tarde como para esperar un autobús por lo que optaste por tomar un taxi que te llevaría más rápido, pero pagarías más dinero.
—Por tu culpa gastaré más dinero hoy —Te sentiste algo frustrada— Mira, ni loca te dejaré dentro de casa así que te irás por ahí y es tu decisión regresar o no
—¿Enserio aún crees que voy a robarte?, nada de lo que tienes me sirve en mi época más que para venderlo como una antigüedad —Se detenía en seco en cuanto dijo aquello— Okey, incluso yo pensaría que me robarás si dijera eso. En fin, ¿entonces donde me quedaré?
—No lo sé, algún familiar
—Aún son espermatozoides o niños de dos años, ¿puedes razonar un poco? —Olvidabas por un momento que aquel chico era de otra época— Eres la única persona que conozco en este ahora
—Alto ahí, apenas y desayunamos juntos y de repente soy lo unico que tienes aquí
—Técnicamente —Sacudía su cabello en señal de desesperación— Déjame quedarme aquí, te prometo que no haré nada —Estabas comenzando a estresarte. No querías ser mala persona, pero no era normal dejar a un extraño dentro de casa que venía con una idea tan maniática como que venía del futuro.
Luego de debatirlo por minutos, decidiste que no lo dejarías en casa, en vez de eso, le dijiste que se quedara en un centro comercial a cinco minutos caminando de tu casa. Le diste algo de dinero para que comprara algo de comer o beber y no muriera en el intento de sobrevivir en otra época, tú teléfono celular anterior para que pudiera comunicarse contigo si necesitaba algo, claro, tuviste que darle una clase rápida de cómo se usaba ya que en el futuro ya era posible comunicarse con un aparato que él explicó como "holograma interactivo" la cual, no entendiste casi nada.
Sin embargo, cuando te fuiste al trabajo no pudiste dejar de pensar en aquel chico. Le diste tantas vueltas al asunto, estabas debatiéndote entre creerle o no, pero es que simplemente era difícil, era difícil digerir todo lo que él te decía porque simplemente sonaba lo más ridículo del mundo, pero no podías encontrar explicación lógica a la foto en tu sillón junto a un perro que jamás habías visto y con decoración diferente, o la identificación que presentó o el inexpiable comportamiento de amabilidad e inocencia de Seokjin.
Fue difícil concentrarse, imposible y esa concentración y tranquilidad te la devolvería si te comunicabas con Seokjin para saber cómo estaba y si necesitaba algo.
Saliste de tu puesto de trabajo y tomaste tu teléfono celular.—Seokjin, ¿cómo estás? —Dijiste en un tono neutro
—¿Ahora te preocupas por mí?, te recuerdo que me echaste de mi casa —Rodaste los ojos ante esta oración. El chico era demasiado dramático— Pero ahora que me lo preguntas, estoy bien. Este lugar es increíble, es muy vintage.
—Vintage —Confirmabas y reías— ¿Has comprado algo con el dinero?
—Ah, compré un sándwich de pollo con un café helado —Se escuchaba como sorbia algo y luego lo disfrutaba— Esto del café helado al parecer se ha mantenido por mucho tiempo
—Dios, suenas como si fuera lo más anticuado del mundo
—Lo es, son 61 años de diferencia —Aclaraba su garganta y suspiraba— ¿Cuándo vas a regresar?
—En tres horas. No estarás pensando que te dejaré entrar en mi casa para que duermas ahí
—¿Cuántas veces te tengo que repetir que esa también es mi casa? —Sonaba algo cansado de tus dudas— No tengo a donde más ir o a quien acudir, por cortesía deberías hacerlo