Llegaste a casa con una sensación de angustia ligeramente elevada. Pasaste directamente a tu habitación, sacaste la agenda donde anotabas los pendientes de la escuela con el unico propósito de no olvidarlas y llevar las cosas en orden.
O bueno, ese era el propósito inicial.
Hoy llevabas un mal reporte de tu maestra de Historia. Habías olvidado por completo una tarea que representaba el 50% de la nota final, lo que resultaba en tener que presentar trabajos extra que contaban como un supletorio. La maestra enfatizó en que era obligatorio que, al día siguiente, llevaras aquel reporte firmado por tus padres para saber que estaban enterados de tu pérdida.
Claramente, eso significaba una muerte moral segura. No podías permitir que tus padres se enteraran de eso, pues te habían dicho que, si reprobabas una materia de nuevo, vendrían sanciones en casa. Era momento de tomar decisiones.
Tu mamá estaba en casa. Era algo completamente anormal, pues solía llegar a casa a eso de las cinco de la tarde y eran las tres de la tarde, por lo cual, no era costumbre tenerla ahí. Definitivamente, los astros estaban confabulando en tu contra.
—¿______? —Su voz se aproximaba a tu habitación— ¿Cómo te fue en la escuela?
—Hola, mamá —Sorprendida, te paraste en el marco de la puerta para responder su pregunta tratando de actuar lo más normal posible— Todo estuvo bien. ¿Q-qué haces aquí tan temprano?
—No te lo había contado, pero tenía una consulta al doctor y pedí un permiso para salir más temprano del trabajo
—¿Está todo bien?
—Si, solo es una revisión de chequeo. Ya sabes, empiezan los achaques de la edad —Se río levemente y sin preocupación— Lávate las manos, vamos a almorzar.
La verdad, solo rogabas por el regreso a casa de tu hermano mayor, Seokjin. Él podría hacerte un gran favor y salvarte el pellejo, a no ser que decidiera recurrir a obedecer los estándares de la moral.
Mientras almorzaban, solo rogabas para que tu madre no te preguntara sobre las notas finales. No sabrías como mentirle, pues siempre que lo intentabas ella te atrapaba con la mentira en la masa y no te quedaba de otra que explicar todo lo que había tras esa verdad escondida. Por suerte, tu mamá y tú solamente hablaron de cosas triviales.
Pasaron dos horas y mientras comenzabas a hacer los trabajos extra para Historia, la puerta principal sonó lo que fue casi que un alivio para ti. Ahora solo quedaba persuadirlo para que fuera tu salvador y si había que recurrir al soborno, lo harías.
Esperaste a que Seokjin entrara a su habitación para correr a la cocina y servirle la comida. La pusiste en una bandeja para que se viera presentable y te la llevaste a su habitación.
—Seokjin, ¿Puedo entrar? —Dijiste en voz alta tras su puerta. Una vez recibiste la aprobación del mayor, empujaste la puerta e ingresaste— Hey, ¿Qué tal la universidad?
Seokjin estaba recostado en su cama con su teléfono y tu sorpresiva presencia servicial, lo desconcertó un poco.
—S-supongo que bien —Miró la bandeja con la comida— ¿A ti que bicho te picó?
—Solamente quiero atender a mi cansado hermano. Levántate y toma tu comida, debes tener hambre —Él dejó su teléfono a un lado y se sentó en la orilla de su cama con una expresión burlesca.
Pusiste la bandeja sobre sus muslos, él tomó los cubiertos y comenzó a comer. En su rostro se veía la satisfacción de estar comiendo luego de horas sin hacerlo y la verdad, en el fondo sentías consideración, pues desde que comenzó su vida universitaria se le veía más ocupado y cansado, así que este tipo de cosas representaban cierto alivio fisico y emocional.