Despertabas sentada en un andén apoyada en la entrada de lo que parecía ser una cafetería. Era un día soleado con nubes esponjosas adornando el azul del cielo, era realmente placentero.
Te levantabas con suavidad, un repentino mareo te obligó a sostenerte de un poste que se encontraba frente a ti, hiciste un corto ejercicio de respiración para intentar reincorporarte. Una vez lo lograste, comenzaste a ver a tu alrededor y te percataste que las personas a tu alrededor estaban vestidas de igual manera: Pantalones grises, camiseta blanca, chaqueta gris y zapatos blancos.
—¿Qué mierda? —Te preguntaste a ti misma en voz alta. En cuanto lo hiciste, una persona pasó junto a ti pero ni siquiera te miro lo que fue sumamente extraño, es decir, al menos una mirada de "¿Qué diablos le pasa?". Ahora que lo pensabas, ninguna de las personas pareció interesada en ver como te levantabas del suelo y luego tenías aquel mareo.
Definitivamente, algo no estaba bien.
Trataste de ubicarte en la ciudad, pero no lo lograbas, pareciera que tu habilidad de ubicarte se hubiera oxidado por completo. Tratabas de localizar alguna dirección que pudiera ayudarte a ubicarte, pero no había ninguna, ni siquiera el nombre de la cafetería estaba.
Comenzaste a caminar rápidamente para intentar encontrar algo que sirviera como punto de referencia.
Nada.
—¿Qué? —Luego de caminar algo más de cinco minutos, notaste que estabas volviendo a pasar por el frente de esa cafetería— No es posible —Caminaste de nuevo para adelante encontrándote luego de otros cinco minutos, la misma cafetería. Intentando no asustarte, decidiste caminar por una cuadra que estaba cruzando la calle pensando que sería imposible terminar en la misma cafetería— ¿¡QUE MIERDA!? —De nuevo, frente a la cafetería.
La angustia comenzaba a ser lo unico que sentías en ese momento. No entendías nada de lo que ocurría y solamente querías encontrar una salida de ese lugar lo más pronto posible así que optaste por una opción de la cual no estabas en lo absoluto convencida por lo anteriores acontecimientos.
—Disculpe —Intentabas llamar la atención de una de las personas, pero esta solo te esquivaba ignorándote por completo, como si no estuvieras ahí— ¿Hola? —Volvías a intentarlo, pero obtenías el mismo resultado. Lo intentabas una y otra vez, pero nada salía como querías— ¡OIGA! —Tal vez hablar un poco más alto y agresivamente serviría. Pero no.
Cerraste tus ojos luego de tanto llorar en busca de dormir algo con la esperanza de despertar en un escenario diferente, en una salida de aquel espantoso escenario que parecía ser una prisión.
Al cabo de quien sabe cuantos minutos u horas de sueño, la puerta de la cafetería se abría haciendo que tu espalda impactara con el suelo. Abrías tus ojos rápidamente, te levantabas y veías dentro de esta.
Mirabas a tu alrededor: una cafetería con cuatro mesas y cuatro sillas perfectamente acomodadas, un mostrador con pastelillos exactamente iguales, al fondo, una cafetera depositando café en dos pequeñas tazas que parecían nunca llenarse, una caja registradora y una puerta que parecía llevar a una bodega.
Caminabas en dirección a esta puerta con intenciones de abrirla, al lograrlo, observabas que efectivamente era una bodega con dos estantes con solamente costales de harina y...
—Ayúdame —Un chico con ropa a color y mirada asustada yacía sentado en una esquina abrazando sus piernas contra su pecho— Por favor —Caminaste en su dirección para agacharte y estar a su altura.
—¿Cuánto tiempo llevas aquí? —Preguntaste. Sus ojos angustiados hacían que tu te sintieras igual o más de angustiada perdiendo todo gramo de calma.