Otro día de escuela. Las cosas iban igual que siempre, burlas de tus compañeros de clase, sentarse en soledad en el almuerzo y prácticamente todo el tiempo. Para algunos adolescentes de quince años resultaba divertido burlarse de los demás dando justo en el punto débil de esa persona víctima de las burlas.
Llegaste a Corea hace cinco meses por una oportunidad de trabajo que tus padres no podían desperdiciar. Claramente, en ti había una rara combinación de emoción y temor que te daban cierta intranquilidad, pero decidiste ignorar por completo aquellas emociones tratando de convencerte que todo saldría tal y como tu querías.
¿Motivo de las burlas?
Llegar a un país en donde la cultura era muy diferente, un idioma que no dominabas al cien por ciento y un físico diferente al que aquellos chicos estaban acostumbrados a ver, fueron motivo suficiente para volverte el centro de burlas de tu salón de clases y de algunos entrometidos de otros salones que querían saber la razón de por qué se burlaban de la nueva.
No eras la única víctima. Kim Taehyung, quince años, notas regulares y de pocas palabras, era la segunda y última víctima."Incluso el siendo coreano, también es víctima de esas burlas. ¿Qué me espera a mi entonces?"
Era el único pensamiento que se apoderaba de tu mente cada que veías su rostro.
—Bien, llegaron los cambios de lugar mensuales —Dijo el maestro Lee. La escuela tenía la política de cambiar los lugares una vez al mes para, según ellos, que los estudiantes pudieran convivir con todos los de su clase para una mejor convivencia y trabajo en grupo. Esto te parecía una estupidez, ¿no era mejor que solamente una persona se burlara de ti en todo el año durante las clases en vez de once personas? Todos alegaban, pero sabían que ninguna de sus quejas sería suficiente para que el maestro cediera a no hacerlo— Ya saben que hacer —Tomaba una bolsa de tela en donde había un par de cada número del uno al veinte. Todos tenían que sacar un papelito y dejar a la suerte el compañero que sacará el mismo número— Ya pueden mirarlo y buscar su nuevo compañero —Abrías tu papel. El profesor Lee se retiraba de la sala luego de un llamado urgente desde la dirección.
—Eh, ¿Quién es el doce? —Preguntabas entre el alboroto del resto de los demás. Nadie te escuchó por lo que tuviste que alzar más la voz ganando eso que no querías, la atención de todos.
—Por suerte, no soy yo —Kang Minjae. El mismo idiota que pensaba que sus padres lo mantendrían el resto de su vida
—Una persona normal no hubiera respondido por el simple hecho de que no lo es —Respondiste a lo que el rodó los ojos fingiendo ignorar ese comentario.
—Soy yo —Una débil pero grave voz se abría paso desde el puesto de adelante. Kim Taehyung también tenía el número doce. Colgó su mochila en su hombro y caminó hasta donde estabas tu con lentitud— ¿En que lugar te quieres sentar?
—Dos idiotas sentados en el mismo lugar, ¿Qué es este acontecimiento tan horrendo? —Minjae abría la boca de nuevo. El resto, reían por lo bajo. Observabas como Taehyung se tensaba ante esa intervención estúpida de un estúpido que no tenía nada más importante que hacer en su vida más que tener ese complejo de superioridad.
Querías responderle, pero no encontrabas las palabras en coreano para hacerlo. Sin embargo, Taehyung se armó de valor y alzó su voz.
—Este acontecimiento se llama: Kang Minjae de la clase B, año 2010, abriendo su bocota para decir cosas tan estúpidas para proteger su débil ego —La voz de Taehyung sonaba un poco más grave de lo normal. Taehyung no le dio la oportunidad de responder a Minjae dándole la espalda a lo que el contrario solamente respondía con un bufido— ¿Te parece si nos quedamos en este lugar?
—Claro —No te apetecía moverte de tu silla. Estaba en el lugar perfecto del salón para ocultarse de los demás.
Taehyung colgaba su mochila en el espaldar de su silla para luego meter sus manos en los bolsillos de su chaqueta llamativamente roja. Tomaba sus audífonos y los ponía en cada uno de sus oídos para luego reproducir música en su reproductor.
Las clases pasaron y la hora del almuerzo llegaba. Como de costumbre, te levantabas de tu asiento para ir a la cafetería de la escuela, tomar una bandeja, hacer el tortuoso recorrido en las estaciones de comida y luego ir a la azotea de la escuela para comer tu almuerzo en uno de los pupitres que eran dejados en este lugar sin darles algún uso. Sin embargo, hoy no sería posible debido a las bajas temperaturas que azotaban Corea por el invierno que aún se encontraba en su pico más alto.
Por esa simple razón, odiabas ir a la escuela en invierno.
Segundo lugar: El salón de clases.
—Oh, hola Taehyung —Te sorprendías verlo sentado en su nuevo lugar mientras comía de su bandeja de almuerzo. Él se sorprendió igual que tú. Era la primera vez que lo veías comiendo en el salón de clases— ¿Qué haces aquí? —Decías mientras caminabas en dirección a tu lugar y sentarte junto a Taehyung.
—Suelo ir a comer en el patio trasero de la escuela, pero hace frio y mi segunda opción, que es el salón de artes, está cerrado porque se derramó pintura en el piso y lo están limpiando —Tomó un poco de carne y se lo llevó a su boca.
—Supongo que el invierno no nos conviene en la escuela a ninguno de los dos —Dijiste riendo. Taehyung también soltó una tímida sonrisa.
El ambiente se volvió silencioso, solo se escuchaba el choque entre los palillos y la bandeja.
—Enfrentarte a Minjae te salió increíble —Soltaste tratando de hacer que el ambiente fuera menos tenso.
—Ah, gracias —En ningún momento te dirigió la mirada— Los perdedores como nosotros podemos contraatacar a veces —En cuanto analizó su frase, te miró alarmado— Lo siento, no quise decirte que eras una perdedora
—No pasa nada —Sonreías— Nunca voy a comprender porque se burlan de ti
—Tal vez porque vengo de una familia de granjeros con dinero limitado —Sonó algo fastidiado
—Exactamente. Yo creo que los granjeros son inceíbles —Dijiste
—Querrás decir "increíbles"
—Si, eso —Era de las pocas personas que tenía la decencia de corregirte sin burlarse— Siempre he respetado mucho ese trabajo, no debe ser facil ocuparse de tantas cosas —Lo mirabas en busca de una respuesta.
—No, no es facil —Suspiro— Es un trabajo completamente agotador, pero a la vez, muy entretenido y hermoso. Creo que mi parte favorita era recoger los huevos en las mañanas y darle de comer a las gallinas —Su mirada se iluminaba al hablar sobre eso, pero de repente, se detuvo abruptamente— Lo siento, debe ser aburrido para ti escucharme hablar de eso
—¡Para nada!
—Los chicos a esta edad pueden ser muy crueles. Incluso mi mamá compró esta chaqueta cara con sus ahorros para que no se burlaran de mí, pero creo que falló su plan.
—¿Crueles? —Soltabas una carcajada fingida— Más que crueles, son unos imbéciles. ¿Acaso no saben que gracias a familias como la tuya ellos pueden tener muchos de sus alimentos en casa? —Te sentías impotente— Tu mamá es muy dulce pero no debes aparentar ser otra persona para encajar.
—Es divertido el hecho de que sabes pronunciar perfectamente las groserías, pero en otras palabras llegas a fallar
—Casualmente, aprendes primero las malas palabras que lo demás
—Tienes razón, se varías malas palabras en inglés —Tomó un sorbo de su bebida— Te puedo ayudar a perfeccionar tu coreano
—¿Enserio? Eso estaría increíble, gracias —Ponías tu mano en su hombro a lo que el se tensó un poco. De nuevo, olvidabas que en la cultura coreana no solían ser tanto de contacto físico por lo que retirabas tu mano rápidamente— Lo siento, no era mi intención
—No, no, no tienes por qué disculparte —Sacudía sus manos— Entiendo que vienes de otra cultura, además, no es como si me fueras a besar o algo así
—Díselo a los demás —Tu animo bajó completamente al recordar las burlas— Incluso aún fallo comiendo con palillos, debo tener conmigo un tenedor siempre —Reías.
—Definitivamentete ayudaré a adaptarte mejor pero no voy a cambiar nada de lo que eres