( 52. 1 - Jimin. Final )

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El caballo pareció entender la desesperación de su dueño así que iba lo más rápido que le era posible.

Justo en la puerta del establo, Jimin bajó del caballo y lo regresó a su lugar.

Caminó a la entrada trasera del castillo y miró a todos lados cuidando de no ser descubierto. Esquivó a todos los sirvientes que pudo, pero en el pasillo de su habitación, chocó con alguien.
Jimin se tensó.

—Ahí estás —Una voz femenina no perteneciente a tu madre, fue la que hizo que Jimin bajara un poco la guardia.

Jimin alzó la mirada y se dio cuenta de que era Clotilde, una de las sirvientas con más tiempo trabajando en el castillo. Aquella amable y dulce mujer había visto a Jimin desde que nació lo que le permitía ser la única trabajadora del castillo que conocía a Jimin a la perfección. Era casi como una madre para él, pues lo había cuidado, alimentado y jugado con él.

Jimin estaba agradecido porque se tratará de Clotilde.

—Dios, me asustaste —Dijo el muchacho en voz baja. Clotilde lo miró algo enojada y sus brazos estaban cruzados.

—Aquí la asustada soy yo. Cuando no te encontré en tu cama, me asusté muchísimo

Jimin no podía mentirle a Clotilde, no sin que ella lo descubriera pues ella sabía muy bien cuando mentía.

—Yo puedo explicártelo

—Claro que puedes —Clotilde sonaba algo molesta y eso no era algo que él disfrutara y menos viniendo de alguien que rara vez se enojaba— Si tú inquietud es que yo hable sobre esto a tus padres, no lo haré —Él sintió alivio. No quería una razón más para hacer enojar a sus padres.

—Gracias, Clotilde. Te prometo que te contaré todo luego —La tomó de la mano y la acaricio como signo de gratitud— Te quiero

—Yo igual —Clotilde se soltó del agarre de Jimin para acariciar su mejilla mientras lo miraba cálidamente y se dio cuenta que, por más que aquel chico creciera, esa inocencia seguía allí. Se sentía inmensamente orgullosa por el hombre en el que se estaba convirtiendo.

—Anda y descansa un poco. Le diré a tus padres que te subiré el desayuno

—Gracias —Jimin corrió por el pasillo y entró a su habitación, se pudo su pijama y se metió en su cama.

...

Jimin estaba leyendo sentado en su cama. El día estaba pasando demasiado lento, y ahora que se estaba quedando sin ideas de cosas que hacer para distraerse. Eso de ir a la cocina a robar comida ya estaba siendo nada entretenido.

Por suerte, ese aburrimiento fue disipado al escuchar que alguien llamaba a la puerta.

—¿Se puede? —La voz de Clotilde se escuchó al otro de lado de la puerta.

—Claro que si —Respondió Jimin. La puerta se abrió y Clotilde entró cerrando la puerta tras ella— ¿Cómo estás?

Ella traía una bandeja con bocadillos, que depositó al lado de Jimin. Se sentó junto a la bandeja que estaba entre ella y Jimin. ÉL tomó uno de los bocadillos para comerlo e invitar a Clotilde a que tomara uno.

—Ya sabes a que vine —Clotilde era la persona menos disimulada así que Jimin supo desde un principio sus intenciones.

—Eres una interesada —Clotilde lo golpeó suavemente en el brazo— De acuerdo, lo siento —Se sobó su brazo y rio— Bien, te contaré todo lo que pasó, pero antes, quiero preguntarte algo.

𝘽𝙏𝙎 𝙤𝙣𝙚 𝙨𝙝𝙤𝙩𝙨 - 𝙄𝙄𝙄Donde viven las historias. Descúbrelo ahora