"En el principio de los tiempos solo existía el Vacío. Entonces nació la llama, y con ella, todo lo demás."
Libro de las Revelaciones. Crónicas de Kail-un, el dios Sol. – Anónimo
Era una noche de verano. El aire caliente y húmedo se pegaba a la ropa; pero la leve brisa, que se levantaba momentáneamente, la hacía soportable.
Los grillos frotaban sus patas provocando su característico sonido; en el ambiete oscuro, las luciérnagas se agitaban con un movimiento hipnótico.
Era la ciudad de Brinchexter, una de las pocas ciudades de Britania que estaban adoptando el modelo industrial en esos lejanos años de 1760, que además era una de las principales ciudades mercantes de la zona, por lo que carecía de sentido que esa noche fuese tan tranquila.
Pero así era, la mayoría de las calles estaban vacías, las chimeneas de las pocas fábricas que se habían instaurado estaban apagadas. Y la mayoría de comercios, cerrados.
No es que los habitantes estuvieran en sus casas, para nada. Esa noche, era noche de celebración. A pesar de ser una niña, me acuerdo bien, abuelo.
Todos los habitantes de la ciudad nos habíamos reunido en la Plaza de la Victoria. Aquella plaza, que servía de centro, llena de tiendas y de jardines y, en su centro, imponente, se alzaba la estatua de un caballero con su espada apuntando al cielo. Esa estatua era la estatua del caballero Alzrot. Aquel que nos salvó de la oscuridad tiempo atrás. Tú me lo contaste.
Como iba diciendo, esa noche se celebraba precisamente la victoria de Alzrot. Y todos nos reunimos en la plaza, el único sitio de la ciudad donde se escuchaba el bullicio de sus habitantes, las risas y las voces no faltaban, al igual que los banquetes que se habían formado. Esa noche se realizaron múltiples espectáculos en la plaza, pero fue uno el que se me quedaría grabado por siempre.
Yo estaba sobre los hombros de mi padre, el resto de habitantes no me dejaba ver bien. Mi padre y mi madre hablaban de algo, pero yo no les escuchaba, embobada, mirando a un chico que había subido al escenario. Me llamaba la atención su vestimenta, tan elegante pero a la vez tan extravagante. Un sombrero de copa, guantes blancos y una capa. El hombre se quitó el sombrero y saludó al público.
– Abuelo..., ¿Por qué viste tan raro?–Me acuerdo preguntar.
– Bueno, dragoncillo. Ese de ahí es un mago. – Respondiste
– ¿Hace magia? ¡Eso es imposible! Los humanos no hacen magia. – Respondí, como si te tuviese que corregir en algo.
Tendría unos cinco años, y en mi inocencia creí tener la verdad absoluta.
– Bueno, pues entonces nos reiremos. – Bromeaste
El público bajó el volumen, hasta que quedó un silencio sepulcral. Fue cuando el mago comenzó a hablar.
– Damas y caballeros. Nos hemos reunido esta noche para conmemorar la victoria de Alzrot sobre las fuerzas del mal que hace cerca de mil años casi acabaron con nuestro pacífico reino...
– Abuelo...¿Quién es Alzrot?
– Alzrot fue un héroe. Luchó contra vacíos y elfos, o eso cuentan las leyendas. Llegó a conocer todas las artes hasta convertirse en el mayor mago de su tiempo. Fue tal su importancia que los mismísimos dioses lo convirtieron en su campeón.
– Los dioses... ¡Kail-un también! – Me emocionaba mucho que el dios creador,dueño del símbolo del fénix que representaba a nuestra familia hubiese estado relacionado con ese evento, me hacía sentir especial, de algún modo.
–Sí...supongo que él también.
–Para festejar esta fecha tan destacada...–Continuó el mago– ... he decidido contarles de primera mano una pizca de las maravillas que logró hacer este héroe, y mostrarles... ¡la belleza que existe en la mágia!
Al levantar la capa múltiples palomas salieron volando, agitó su varita, luces brillantes iluminaron el lugar. Creo que no vi algo tan hermoso hasta ese momento.
La función continuó, y aunque no me acuerdo bien de los detalles, sí que puedo asegurar que, a cada truco nuevo, más me atraía lo que ese hombre hacía. Con cada carta mi corazón palpitaba, con cada juego de manos la emoción recorría mi cuerpo. Hasta que llegó el final.
–Recordad, mis fieles espectadores. La verdadera magia no se encuentra en sacar a conejos de chisteras ni en lanzar poderosos hechizos. Se encuentra en vosotros, asi que extended vuestras alas y ... ¡llegad siempre a lo más alto!–Una nube de humo lo envolvió y este desaparecío ante la sorprendida mirada de todos. El público explotó en aplausos, pero yo aún seguía pensando en ese maravilloso espectáculo.
–Que sueño... –Bostezó John, mi padre. Que sabía que a la mañana siguiente tendría que trabajar en la herrería.–¿Qué, cari? Pillamos la cama, ya.
–Los modales, John. Pídemelo, por favor. –Se burló Eveline, mi madre. Que a pesar de que es muy sería, siempre se tomaba el tiempo para bromear en determinadas situaciones.
–Como sea... Ey, Michelle. Baja del cuello de papá, anda.
Sin embargo yo estaba tan metida en mis pensamientos que apenas lo escuché.
–¿Qué ocurre, dragoncillo?–Preguntaste, pues notabas mi ausencia.
–Abuelo...quiero ser una maga. Como Alzrot.–Respondí.
Por algún motivo, os empezasteis a reir. No se si fue por ternura, o porque os hizo gracia mi ilusión. O quizas, simplemente lo dije de un modo gracioso. Fuese como fuese, eso fue lo que ocurrió.
–¡No os riais!–Respondí algo molesta, pero con motivación y esperanza en mi idea.–Ya lo veréis. Me convertire en la mejor maga de la historia mundial y seré una heroína como Alzrot.
Ese fue mi sueño, es curioso que sea así.
Como se suerle decir toda historia tiene un inicio, asi que todos los héroes de las leyendas tuvieron el suyo. ¿Ellos soñaron con ser heroes o fue algo que el destino les impuso?
No lo sé. Pero lo único que sé es que ese día lo agradeceré por siempre.
Ese día, abuelo, fue el día que me enamoré de la magia.
Diario de Michelle Smith: La marca del Fénix. - Michelle Smith
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Fairy Luck : La marca del Fénix || Libro 1||
Fantasy"¡Sean todos bienvenidos a Fairy Luck! Tu tienda de antigüedades y artículos mágicos de confianza." ★ Situada en el corazón de Brinchexter, ciudad inglesa en plena Revolución Industrial de un mundo donde existe la magia, se encuentra la tienda de Fa...