Capítulo 47

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En política no temo de mis enemigos, sino de mis amigos”

Gobierno Divino – Annie Rowl

Michelle Smith–

¡¿Se podía saber de que lado estaba Kail-un?!

No solo se había autonombrado nuevo Odín y amenazado a los Lobos, sino que ahora estaba disfrutando de los lujos de esta traicionera vidas.

En la copa del Árbol del Mundo le habían  preparado una gran habitación a su persona, donde todo llevaba a su trono dorado donde se encontraba sentado con aire de superioridad, desde donde él estaba podía ver toda la ciudad gracias a un ventanal.

Un grupo de sirvientes siempre estaba preparado para servirle, dándole comida a montones y jarras de zumo de mandrágora.

Kail-un bebió de un trago una.

– ¡Esta deliciosa! ¡Otra! – Estrelló la jarra contra el suelo rompiéndola en mil pedazos mientras esbozaba una sonrisa de satisfacción – Eh, tú...

Se dirigió a una elfina que se asustó al ver que se dirigía a ella. El resto de criados parecían igual de preocupados.

Yo no podía estarlo menos, Kail-un era bastante voluble y en cualquier momento podía dejarse llevar demasiado rápido por sus impulsos, en alguna ocasión había agredido a alguno de sus sirvientes o destrozado algo para demostrar su poder.

Y pensar que es el dios más adorado solo me genera náuseas.

– ¿Si...señora...?

– Soy Kail-un, el dios creador. Soy señor... – La sonrisa en su rostro desapareció, y su pelo se prendió en llamas de furia.

La elfina se arrodilló ante Kail-un suplicando clemencia, con tal mala suerte que se clavó los trozos de la jarra en el brazo, aún así se mantuvo en posición de súplica

– ¡Lo siento, señor! Ha sido un despiste, no volverá a pasar.

Kail-un se relajó y se recostó en su trono.

– ...aunque claro ahora tengo el cuerpo de esta mortal, es confuso para vosotros.  Y los dioses como tal somos energía pura, carecemos de sexo... ¡Estás perdonada!

– ¡Gracias, lord Kail-un! – Gritó agradecida.

– No obstante, no puedo evitar ver qué te has cortado con la taza que he tirado.
Soy un dios comprensivo, así que se admitir mis errores.
Te invito a una jarra de mandrágora.
Insisto.

El zumo de mandrágora ardía en contacto con la piel, casi ningún elfo o humano podía soportarlo. Por lo que la elfina miró con recelo la jarra que Kail-un le ofrecía.

– No es nada, señor...ha sido culpa mía, de verdad...jeje...

Kail-un endureció su mirada.

– ¿Estás cuestionando mi juicio? ¿Rechazando mi regalo? Si no bebés entenderé que sí...

Sin pensárselo dos veces, la elfina agarró la jarra y se la bebió de un solo trago, al terminarla cayó al suelo entre gritos de dolor mientras se agarraba la garganta intentando respirar, beber tan rápido el ardiente fluido sin duda le había abrasado la garganta.

Todos estaban en shock.

Kail-un se reía como un desquiciado.

– Por favor...si es súper suave. Sois unos exagerados.

Lanzó un rayo cálido a la elfina y las heridas de esta se curaron y ella dejó de chillar, cayendo en un profundo sueño.

– Ay...le iba a pedir a alguien que limpiarse los cristales y la he puesto a descansar, que tonto... ¡Tú, hazlo!

Fairy Luck : La marca del Fénix || Libro 1||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora