Capítulo 17

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“ Y aunque mi cuerpo perezca, seguiré luchando”

Juramento de un soldado – Marx Darwin

Nath Lake–

Enfrentada cara a cara me encontraba contra esa criatura. Los vacíos nos tenían rodeados.

Aún estaba muy débil, pero quizás podía con aquella criatura.

El monstruo volvió a preparar sus cuernos, rugió y se lanzó contra mí. Me preparé y corrí contra él, di un salto y me subí a su cuello, intenté clavarle mi espada, pero mi hoja resbalaba contra su dura piel.

Dió un manotazo con tal de golpearme, con agilidad los esquivé y me elevé unos metros en el aire.

Dibujé una serie de runas en el aire que representaban al fuego, para luego poner mis brazos en cruz, activando el hechizo. Una gran llamarada cubrió a la criatura.

Los vacíos eran especialmente débiles al fuego, aquella criatura debía estar prácticamente muerta.

Confiada me dirigí de nuevo a mi destino, preparada para enfrentarme al resto de vacíos.

Un ruido a mi espalda llamó mi atención.

La criatura salió de entre las llamas como si nada, de hecho parecía estar absorbiendo las llamas y ganando más masa y poder mágico.

No podía creer lo que estaba viendo, esto no era un vacío normal...

Arthur Wellington–

Los tres corríamos sin parar, los vacíos estaban por alcanzarnos pero disparábamos de vez en cuando par mantenerlos a raya.

Aquel lugar era como un laberinto formado de desfiladeros. Y de los laterales más vacíos llegaban.

Nos cortaban el paso y nos obligaban a ir a otro lugar. La vacío humana nos seguía allá donde fuéramos, observándonos con sus tenebrosas cuencas vacías.

– Nos están guiando... – Dije

– ¿Qué? – Pregunto Jim

– Eso mismo, nos cortan el paso para obligarnos ir a otro sitio. Es una trampa.

– Deja de decir tonterías...¡Los vacíos no son inteligentes! – Gritó Sam.

– Pues estos lo son.

Me puse la pulsera lanzallamas de Michelle, y la preparé.

– ¿Qué hace eso? – Preguntó Sam.

– Ya lo comprobaremos. – Apunté a los vacíos que nos seguían y apreté el botón del arma. No sucedió nada.

– Gran cachivache, muy útil. – Me recriminó Sam.

– La boquilla está atascada... – Le dí unos cuantos golpes, logrando desencajar la boquilla. Entonces una gran llamarada, de llamas azules cuya punta se volvía roja se extendieron carbonizado una gran cantidad de vacíos.

El calor era sofocante, noté como mi piel se achicharraba bajo la pulsera, el escozor de la quemadura me desorientó un poco, y podía sentir mi carne despellejada y expulsando líquido bajo el brazalete... Tendría que haberme puesto algo para protegerme, pero ya daba igual. Me guardé el dolor para mí, aunque apenas podía ver por las lágrimas del dolor.

Conseguí darnos unos minutos de ventaja. El fuego se quedó ardiendo, evitando que los vacíos avanzaran.

– ¿De dónde sacas esos juguetes? – Preguntó Sam, sorprendido.

Fairy Luck : La marca del Fénix || Libro 1||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora