Capítulo 27

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"Es en las cenas familiares donde la gente saca a relucir sus ases bajo la manga. ¿Quieres ganar al poker? Ya sabes como"

Historia de un jugador - Kenny Akerman

-Michelle Smith-

Mi cuerpo parecía pesar una tonelada, como si portase una pesada armadura de hierro, aún no me había recuperado del todo. No sólo del cansancio, sino como había explicado Feanor, el maná ataca a un cuerpo no preparado para controlarlo. Por lo que al haberme esforzado en generarlo había acabado totalmente agotada.

Un símil que hizo Feanor y me ayudó a comprenderlo mejor es como una carrera. Aquel que está preparado física y mentalmente para hacerla pues la hará sin mucho problema, pero si no lo estás, acabarás con agujetas tras terminar.

Aún así, ahí estaba. Limpiando los últimos rastros de polvo de la tienda antes de cerrar indefinidamente.

Durante mi breve siesta, de cuarenta preciosos minutos, habíamos llegado a las puertas de Krähennest pero Feanor había decidido que antes hiciéramos los últimos preparativos. Se ve, que las puertas del Biffrost no funcionan en el interior de dicho reino.

El motivo que me había dado es que era muy fácil desplazarse entre ellas sin que nadie se percatase, ni siquiera Odín.

Algo que, para alguien tan controlador resultaba más que amenazante. Por lo que lanzó un hechizo que bloqueaba las conexiones del Biffrost.

En pocas palabras, una vez que entrásemos en el reino élfico no habría vuelta atrás. Así que era mejor dejarlo todo lo posible terminado.

Eso lo entendía, pero mi agotado y dolorido cuerpo apenas podía con el peso de una escoba. Creí ver estrellas cuando mi mano llena de ampollas por el hechizo luminoso rozó la madera del mango.

- Feanor...¿De verdad hace falta limpiar? Es de noche, estoy cansada, tengo hambre y vamos a cerrar...- Protesté.

Feanor se movía con energía, limpiaba las estanterías que daba gusto de lo rápido y bien que lo hacía, sin olvidarse de hacerlo debajo de los frascos, útiles y libros, casi me daba vergüenza que yo solo hubiese limpiado un cuarto del suelo. De hecho, no sabía que más había que limpiar. Fairy Luck siempre estaba impecable, pese a parecer tan viejo y descuidado.

Creo que ya sabía por qué.

- Claro que sí, señorita Smith. Algunos elementos mágicos son sensibles a elementos externos. La limpieza es fundamental, además, somos gente civilizada.

- ¿Tengo que quedarme? El resto no les has obligado.

- Me temo que sí, tienes que quedarte, se que estás cansada y que todo tu cuerpo te duele. Créeme, toda criatura que usa la magia pasa por ello...salvo que seas como Nath, claro... Pero ella es una prodigio de la magia, el resto...nos las apañamos.
Esto te enseñará a no excederte con el uso de maná.
Además, firmaste un contrato. Trabajas diez horas diarias en Fairy Luck. Y creo que esta tarde te has escaqueado. Así que ahora te toca ayudarme a cerrar.
No obligo al resto porque ya han hecho su parte. Ari y Fernand nos han cubierto, mientras que Marshall está de mantenimiento en el tren. - Mientras decía esto Feanor terminó de repasar la última estantería, había limpiado tres seguidas en lo que duró nuestra charla. - ¡Venga, date brío!

Kail-un despertó en mi mente.

- Que falta de decoro el poner a la portadora de tu dios a trabajar. Portadora, reduzcamos este lugar a cenizas...

Las palabras de Kail-un despertaron todas mis alarmas.

- ¿Qué? ¡No! ¡¿Pero a tí que te pasa?! ¿No eras el dios compasivo? - Le recriminé - Vale, resultó muy decepcionante que resultases un ególatra de cuidado, pero...¿No crees que esto es pasarse?

Fairy Luck : La marca del Fénix || Libro 1||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora