Capítulo 31

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"El hogar, edificio plácido donde descansan los sueños de mi niñez"

El cantar de estas paredes – Panam Floid

Nath Lake

Con los nervios a flor de piel observaba la ciudad de Krähennest desde las alturas.

Todo parecía tan pequeño e insignificante, en cierto modo, gratificante. Si todo era pequeño, nada podía ser una amenaza...

Sin embargo, el saber que tendría que presentarme ante Odín me llenaba de incertidumbre. No sabía cuál sería su reacción, ni sus intenciones.

Feanor estaría al llegar, si es que no lo había hecho ya. Podía atraparle, solo me tomaría un momento. Pero Odín tenía otros planes que yo desconocía.

¿Por qué dejarle entrar? ¿Qué pretendía?

Ahora mismo poco podía saber, pero mientras tuviese a Arthur de mi lado podría seguir con mi plan, aunque yo tuviese otro destino.

– ¿Qué piensas? – Preguntó Eulix con un tono despreocupado, pero lo conocía bien. Aquel elfo nunca hacía nada por hacer.

– Nada...

– Bueno, ya me lo contarás. Tomaremos tierra en pocos minutos. Si quieres avisar al humano hazlo. Está en la sala de entrenamiento.

– De acuerdo.

Dejé el lugar y me adentré en las entrañas del barco. Los Cuervos que lo recorrían se preparaban para el aterrizaje. Algunos se cuadraban al verme pasar.

Por favor...¿No podían centrarse en sus cosas?

Claro que no, nunca lo hacían. Me enervaba la sobreatención que había recibido desde pequeña por ser una prodigio en la magia...por favor...no era para tanto. No era algo que me hubiese ganado, simplemente nací así, con más poder que un elfo promedio, eso no tiene mérito alguno.

Yo era una elfina noble pura, es decir, una noble de pelo azul y ojos rojos. El tipo de elfo más raro de todos que nace cada mil años, cuando la luna se vuelve roja de sangre debido a un eclipse. Acto, que según algunos, representa el como Kail-un busca bendecir a un recien nacido para que reciba su poder, una leyenda estúpida para justificar un caso de mutacion mágica, no es algo místico, o que haya que admirar.

Yo soy la prueba de que no hay nada especial detrás, nací varios siglos antes de que dicho eclipse pudiese ocurrir...¿Importaba? Claro que no, eso solo me hacía más especial ante los ojos de los demás.

Algo que era sumamente molesto, nunca tenía tiempo para mí, nunca podía saber si alguien se acercaba a mi por interés o si de verdad le caía bien. Hacer amigos en mi infancia había sido...simplemente un acto inútil.

Eso era el pasado, ahora era embajadora, y para ello no necesitas ningún tipo de amistad, solo contactos y peones a los que usar...Eso era lo más simple, lo mejor para no sufrir. No hay nada peor que confiar en alguien que solo quiere aprovecharse de tí.

Entré a la sala de entrenamiento, donde Arthur se mantenía en guardia con la espada en alto. Me quedé observando entre las sombras.

El sonido de unos engranajes puso en alerta a Arthur, del suelo salió un maniquí de madera y Arthur se giró y con un rápido tajo atacó al maniquí.

Sin embargo, el maniquí reaccionó al ataque y con un giro atacó con sus brazos a Arthur, este lo esquivó pero cuando se preparó para atacar el maniquí lanzó un golpe seco a su estómago, pillando a Arthur desprevenido. Recibió el golpe de lleno y cayó al suelo agarrándose el estómago de dolor.

Fairy Luck : La marca del Fénix || Libro 1||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora