Capítulo 32

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"El camino de la vida está llena de sombras y de monstruos. Pase lo que pase, nunca pierdas de vista la luz de Kail-un"

Libro de las sombras - Anónimo

- Rin -

"Soy un pecador" esas son las palabras que resonaban en mi tortuosa mente y que yo le repetía a aquel que me escuchaba al otro lado de la ventana.

No sé cómo había llegado allí, ni dónde me encontraba, ni con quién estaba hablando. Pero no me importaba. Sabía lo que tenía que hacer

Rodeado por las frías paredes de piedra de una iglesia, morada de la casa de Kail-un, sentía como el peso de mi responsabilidad recaía en mi espalda... aquel lugar sería pronto una tumba, no había lugar más apropiado, y sería el inicio de una sonata caótica que pronto cambiaría todo... daría marcha a mi tan ansiado destino.

Techos picudos, antorchas y braseros repartidos por las paredes. Cuya luz chocaba con las estatuas del lugar confiriendo en sombras monstruosas. Como siempre, la luz no existe sin crear oscuridad.

Un altar, justo delante de un mural de vidrio esmaltado, donde la figura de Kail-un se alzaba y, tras él, el ave fénix que lo representa ardiendo con toda su furia.

Llamas... Recuerdos de la carne quemada y los gritos de dolor se aglotinaban en mi mente.

Figuras sin rostro que gritaban de dolor mientras las llamas los consumían, sentimientos de desesperanza, dolor, impotencia y furia.

Rezos desesperados a una deidad que nunca se dignó a ayudar.

¿Era un recuerdo o una visión? ¿Era mía esa visión o recuerdo? ¿O era Vortrex nublandome la mente? ¿Acaso podía saber quién era yo...? Había muerto, pero ya no, Vortrex me dio vida en la muerte, con una condición, ser su portador...

Desde que era su portador los días se volvían minutos y los minutos semanas. Apenas recordaba que o quien era...aunque tampoco recuerdo si antes lo hacía. De todas maneras, la búsqueda de justicia por mi pasado, y la búsqueda del poder necesario era lo único que me mantenía cuerdo, le daba sentido a este mundo paradójico. Un mundo que nació de la nada, creado por seres que no fueron creados. Sin principio, sin final.

No estaba solo, no solo por la persona con la que hablaba, sino también por todos aquellos fieles a la doctrina de ese falso dios, que rezaban por una ayuda que nunca llegaría.

Unos pedían salud, ganar una apuesta o ver un familiar muerto. Pobres idiotas, él no los escucha.

- Entiendo...usted amigo mío, está muy perdido. Tiene miedo, por el mundo, de usted mismo y del Creador...pero no tema de él. Él le ama. Has venido en busca de una guía, un faro en la tormenta. Estás en el lugar adecuado.

Le había contado mis pensamientos a aquel sacerdote de la doctrina de la llama. No sé que le había contado, pero no importaba, pronto nada lo haría.

- Ahora...si me disculpa. Tengo que dar unas lecturas. Pero si necesita unas palabras más, estaré encantado de seguir conversando cuando cerremos el templo.

- Será un honor...- Respondí - No lo querría de otro modo. Qué el verdadero dios nos guíe.

- Estoy de acuerdo. Puede quedarse, la lectura de hoy se me hace bastante adecuada para usted.

- Siempre estoy dispuesto a escuchar. - Respondí.

Salí de aquel cubículo que usaban para las confesiones. Muchos se me quedaban mirando, me había presentado al templo, no con mis ropas de Cuervo habituales. Hoy llevaba una máscara blanca, una imitación de la máscara de Fenrir, adecuada para una fiesta como esa, la adoración al fuego. Hay que entender que el fuego es peligroso, una sola chispa y todo sería caos...yo me encargaría de ser dicha chispa, de mostrarles a esos infelices el verdadero rostro de su dios. Y la máscara del caos que portaba era el anticipo perfecto para tal acto

Fairy Luck : La marca del Fénix || Libro 1||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora