Capítulo 64

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"Por muy oscura que sea la noche, la luz del alba siempre llega"

Caminante celestial - Dante Robin

-Michelle Smith-

- Abuelo...¿Por qué viste tan raro?

- Bueno,dragoncillo. Ese de ahí es un mago.

No podía ser más feliz, aquella noche todo fueron risas, la emoción del espectáculo era lo que nos movía, me daba igual el calor del verano o el sueño por estar levantada hasta tarde, si era necesario no dormiría con tal de no perderme un solo detalle de aquel hombre.

Estuve pendiente de cada uno de los movimientos de aquel mago, el como generaba alegría en todos los que lo veían y como volvía posible lo imposible.

La luz de los fuegos artificiales rompía en la oscuridad de la noche, símbolo de cómo Alzrot acabó con el reinado de Vortrex en el pasado, y marcando el fin del verano.

Aquella noche me dormí con un sueño y una idea en mente, me convertiría en la mejor maga que nunca hubiese existido, sería como Alzrot.

Pero el tiempo pasó, y poco a poco aquel sueño se desvaneció al ver ese sueño como una promesa lejana.

Empecé a vivir una vida rutinaria, influenciada por mis padres me dediqué en cuerpo y alma a la herreria, no la disfrutaba del todo su que tenía una habilidad innata para trabajar el metal, como si hubiese tenido toda una vida de aprendizaje, lo cual era extraño, pues conocía gran parte de las técnicas. Cómo si estuviesen grabadas en mi mente desde el momento que nací, como un don, o recuerdos de una vida anterior.

Pero me aburría enormemente, así que en vez de hacer cosas funcionales, quise inventar cosas nunca antes vistas, mezclar materiales mágicos o probar con inventos ya existentes.

Mi abuelo siempre estaba allí, para cuando necesitaba evadirme, con un libro de aventuras y una jarra de zumo de manzana, aquello era vida.

Ya me había olvidado de querer ser maga, lo veía algo muy distante y sin futuro, perdí la llama de la ilusión por esa meta.

Hasta que un día, la encontré. Una tienda perdida entre muchas más en la plaza de la Victoria, a primera vista no tenía nada de especial, bastante pequeña y con la madera algo descuidada.

Pero hubo algo que me llamó la atención de aquel lugar, algo que no se podía explicar con palabras, la tienda se llamaba Fairy Luck, una tienda de antigüedades y artículos mágicos.

Allí conocí a un muchacho, Francis Lockhart, el jefe de la tienda, y a su ayudante, Fernand Lockhart. Amablemente me invitaron a entrar, y pasé horas analizando todo ese lugar, recordando lo mucho que me atraía la magia y sus misterios, era apasionante escuchar las explicaciones de aquel comerciante y, sobre todo, poder ver aquellos artículos que solo se nombraban en los libros de fantasía.

Volví a esa tienda muchas veces más, hasta que se convirtió en algo rutinario, no faltaba un solo día, y aunque no siempre compraba algo, si que pasaba horas descubriendo algo nuevo, llegó un momento en el que Francis me permitía ver la mercancía que le llegaba de nuevas.

Aquello fue un regalo, pero no fue el único, Francis me animó a dedicarme a la magia profesional al ver algunos de los trucos que había hecho por mi cuenta, me dijo que tenía potencial, lo que me motivo de sobre manera. Me enseñó otros cuantos trucos que hasta el día de hoy sigo usando.

El engaño es la herramienta principal de un mago, no se basa en tener el mejor equipo o ser una criatura sobrenatural, sino el hacer creer a los demás que lo eres.

Fairy Luck : La marca del Fénix || Libro 1||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora