Capítulo 44

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“Por muchas vueltas que des un cachorro siempre encuentra manada.
Pero no siempre acaba bien"

Camino del cachorro – Stuart Kajinsky

Feanor Lake–

La oscuridad que me rodeaba era tan densa que ni siquiera mis ojos, adaptados a la vida nocturna, podían discernir nada.

El ambiente húmedo y frío se hacía agobiante, mi torso desnudo, magullado y herido entraba en contacto con ese gélido entorno que lo volvía frágil como el cristal.

Apenas notaba mi piel mientras tiritaba y lo poco que sentía era el dolor de mis heridas agudizado por el frío.

Cadenas de hierro apretaban con súbita fuerza mis brazos, atándome al techo, manteniéndolas siempre levantadas. Provocando que se me cansasen pero no pudiesen descansar.

Los grilletes rodeaban mis piernas y otro rodeaba mi cuello, uniendolo a las cadenas de los brazos.

La fatiga era agobiante, sumada con la profunda sed que padecía, mi boca parecía un desierto.

Aunque todo eso se hacía soportable, era la soledad de aquel lugar lo que me atormentaba.

No había nadie, no se escuchaba nada. Únicamente algún crujido de las cañerías  o goteo por la condensación de la respiración, el vacío intensificaba el sonido de mi corazón y el de mi sangre recorriendo mi cuerpo. Un sonido constante que era incapaz de acallar.

Cada segundo que pasaba en ese lugar sentía que perdía la poca cordura que me quedaba.

Al final, Fenrir si que fue encadenado...

¿Cuánto tiempo llevaba en ese lugar? No lo sabía.

Pero sin duda había pasado más de un día, más de un día en completo aislamiento... Había contado el tiempo mentalmente.  Y también había intentado liberarme, pero ya no merecía la pena.

Estaba exhausto.

Solo podía reflexionar en lo que había pasado. ¿Qué más iba a hacer?

Podría lamentarme, lamentarme por haber fallado a los lobos de nuevo. Lamentarme por no poder volver a Fernand y a Ari, o vivir mi vida con mi tienda.

Podría castigarme, quizás por haber dañado a tantos. Por destrozarle la vida a Nath o por poner en peligro a Michelle.

¡¿O por qué no?! Mancillarme porque en un momento de pura emoción y nulo raciocinio entregarle a Kail-un, el mayor arma del mundo conocido, a un maniático homicida del control por la posibilidad de salvarle la vida a una chica.

Menudo héroe...

Podría luchar, escapar de mis cadenas, y volver a la carga contra Odin. Enmendar mis herrores, pero carecía de la fuerza para hacerlo.

Admítelo, Feanor. Has perdido.

No pueden decir que no has luchado o sacrificado, lo has hecho. Has perdido mucho por esta causa perdida, has luchado hasta que ya no podías más y has seguido.

Has luchado y has perdido, y menuda lucha... ¿Qué más te podía pedir?

Me pareció escuchar una risa burlona.

Abrí los ojos asustado y con el corazón en la garganta. ¿Qué narices había sido aquello?

Sin embargo, no había nada.

– Genial, Feanor... ahora escuchas voces. – Casi me ahogué al hablar, me faltaba el aire.

Un chirrido metálico hizo retumbar mi celda, una luz cegadora destrozó mi retina. Cuando pude abrirlos ojos, distinguí la silueta de Nath, entró con decisión hasta que su cara estuvo al nivel de la mía.

Fairy Luck : La marca del Fénix || Libro 1||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora