Capitulo 68

119 2 0
                                    

Narra Edward:

Despierto con un dolor de cabeza que martilla y siento que me dejara sin ojos, la luz que se filtra por las ventanas hace que el dolor se intensifique más.

Me levanto para correr las cortinas y esconder mi dia con oscuridad, es lo que más necesito en este momento, busco la botella y está vacía.

Voy al bar para buscar otra cuando escucho a mamá por el intercomunicador.

- Hijo por favor abre, - me siento como debe sentirse un desgraciado maltratador de mujeres, la voz de mi madre sale en sollozos, - necesito que me digas si estás bien.

Dejo la botella en su lugar, arrastró los pies hasta la puerta, siento los rastro del jarrón que rompi anoche en mis pies, pero no me importa, tomo la manilla y abro, soy incapaz de mirarla, me duele verla sufrir por mi culpa.

- Gracias al cielo, - susurra contra mi oído mientras me hundo en su cuello para llorar como un niño, me abraza fuerte. - si no quieres hablar no importa, pero déjame estar contigo.

Caminamos hasta el mueble, me siento, ella se sienta junto a mi, toma mi mano y la aprieta. Nos quedamos un muy largo rato sin hablar, solo ella sin soltar mi mano, ese solo gesto basta.

- Ve a darte un baño, - pienso en negarme, pero realmente lo necesito, - mientras yo te preparo algo de comer, - soy incapaz de negarle nada, ya le he hecho bastante daño, mi cabeza amenaza con explotar, beso su cabeza y me voy arrastrando los pies a la ducha.

Me ducho un largo rato, no puedo sacar su cara de mi cabeza, perderla debe ser la forma del karma cobrarme una de las tantas mujeres que he herido.

Ha sido un golpe demasiado bajo.

Duele, duele mucho

¿Como pude ser tan idiota?

Al salir el olor a sopa caliente inunda mi piso, al verme me regala una media sonrisa.

- Gracias mamá, - me acerco, la abrazo y ella se aprieta a mi, en este momento deseo volver a ser un niño.

- Recuerda que siempre estoy para ti hijo, - toma mis manos y me besa, me lleva hasta la isla, el olor a sopa caliente hace que no pueda resistirme, aunque el dolor de cabeza martilla mis sienes.

- Discúlpame por ser un troglodita mamá, - digo luego de que una cucharada de sopa invade mi boca.

- Siempre serás mi hijo, mi campeón, - dice sentada frente a mi, - recuerda cada día hay una nueva oportunidad, no las desperdicies.

Soy incapaz de responder, no merezco la hermosa madre que me tocó. No creo que hayan más oportunidades para alguien como yo.

Narra Ana:

Despierto, lo primero que hago es buscarlo, se que no es un sueño, ya amaneció, pero el ha desaparecido.

- Buenos días señorita, - me sobresalto al escuchar detrás de mi la voz de Caro, me giro para ver su cara de resaca y me sonrojo al verme descubierta, - ven acá, - me señala un vaso con un jugo rojo y un banco a su lado en la isla.

- ¿Que es eso que estás tomando? - me siento a su lado, notando que son más de las nueve de la mañana.

- Jugo de tomate para la resaca, - me sirve un vaso que pienso ignorar, - ¿Como hiciste para dormir con tu medio hermano? - finjo sorpresa, - ¿También te emborrachaste?

- ¿De qué me estás hablando? - me hago la que no sé nada.

- No te hagas la loca amor que te conozco perfectamente bien, - dice mientras busca algo en su teléfono y me lo muestra, - ¿Ahora sí entiendes? - hay una fotografía de Ale y yo durmiendo abrazados en mi mueble.

Enamorada Del PeligroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora