Capítulo 57

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No entiendo cómo pero Luna y mister simpatía juegan una competencia a la que llaman "tequila, limón y sal". Toman uno tras otro, según ellos pueden resistir.

Esto se sale de control y ambos pierden la razón como dos niñitos.

Cómo puedo llevo a Luna a la camioneta, casi la arrastro, gracias al cielo es baja y flaca. Con mister simpatía me ayuda un chico de seguridad.

- Creo que van a tener que dormir acá, - bromea el chico mientras cierra la puerta, eso me hace pensar como haré sola, - espero no vomiten.

- También espero lo mismo, - le doy la propina y subo al volante, - gracias. - me despido y salgo del estacionamiento.

Una cuadra más adelante recuerdo que no tengo la dirección de Luna, marco en el GPS la dirección del apartamento y me encamino.

Mister simpatía dice cosas que no entiendo sin abrir los ojos, Luna si quedo rendida.

Sin dificultad llegó al estacionamiento del apartamento.

- Dígame señorita, - escucho a José responder cuando marcó su número.

- Lo siento José, - me avergüenzo porque lo he despertado, - necesito que me ayudes.

-¿Que sucede? - siento su preocupación.

- Por favor baja al estacionamiento y te explico, - cuelgo cuando escucho que me dice que ya viene.

Llega demasiado rápido, siento pena, pero no tengo a quien recurrir para que me ayude. Estoy fuera de la camioneta y el frío es fuerte.

- Lo siento mucho José, - me mira de pies a cabeza, - siento despertarlo, - termina de arreglarse la chaqueta.

- ¿En que puedo ayudarla? - me estudia con la mirada mientras llegó hasta la puerta de Luna.

Le muestro avergonzada y se ríe de forma nerviosa cuando ve el panorama mientras le explicó lo sucedido, me ayuda a subir a Luna como una pluma, la dejamos en mi cama y volvemos por mister simpatía.

- Jooosé amigoooo, - articula con la lengua pesada mientras lo sacamos de la camioneta, ninguno decimos nada, - Ana... Ana.. abrázame.

Me coloco de un lado y José del otro y lo llevamos, mientras se enreda en mi cabello y dice cosas sin abrir los ojos.

Con mucho esfuerzo entramos al apartamento, caminamos a su habitación y siento más y más pena con José. Agradezco no haber caído en su juego de tragos.

- Ana... Ana... - me acerco hasta donde está y José le quita los zapatos, - no me dejes, yo te cuido.

Su comentario me da risa, José también se ríe. Trato de acompañarlo, pero su agarré no me deja. Cómo puedo me suelto.

- Gracias José, estoy muy avergonzada, - digo ya junto a la puerta.

- Descuide señorita, cuando necesite ayuda no dude en llamarme, - nos quedamos en silencio, - hasta mañana.

- Hasta mañana José, mil gracias, - se despide con la mano y cierro.

Me quedo un rato contra la puerta, agradezco mentalmente no haber sido yo la borracha. Toda la faena me deja sin sueño.

Preparo un café y me voy a la terraza, hace bastante frío, me envuelvo en la manta que está en la butaca, escucho ruido y voy a revisar.

Luna está como la dejamos, no se ha movido. Sus ronquidos me hacen reír. Cierro y salgo al pasillo. Encuentro a mister simpatía sentado en la cama.

Enamorada Del PeligroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora