Mamá #3

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Espero que les guste~

El llanto se calmo después de un tiempo, usando unos pañuelos cercanos para limpiarse la nariz y la cara, abriendo otro paquete para seguir comiendo con expresión pensativa.

-Me salvaste- hablo Macaque, rompiendo el silencio entre ambos, aunque sin moverse de su lugar. Su trasero estaba frío por el hielo a su alrededor y le dolía por el piso duro pero de igual manera, no hizo amague de levantarse o apartar al chico.

-N-No quería que te hiciera daño- había actuado sin pensar, horrorizado por el dolor que había visto en el rostro ajeno.

-¿Por qué estas aquí, MK?- preguntó más suave que la anterior, curioso. No había esperado ver el rostro del menor allí, mucho menos con ella, aunque el shock más grande había sido los de los extraños apodos.

-Ella tenía un hijo...o por lo menos, eso es lo que me mostró- murmuró, dando un largo sorbo a la fría gaseosa que había sacado. -Creo que era humano, uno que crio desde bebé y que creció a su lado...pero cuando llego a la adultez, alguien lo mato y ella los destruyó...estaba tan triste, pude sentirlo- los sentimientos ajenos en su propia mente habían sido abrumadores y acompañados por los recuerdos sólo habían empeorado. -Nos parecemos...mucho- hizo una mueca, recordando el rostro sonriente y juvenil que ahora invadía sus sueños.

-Cree que eres su hijo- unió los puntos rápidamente, comprendiendo. El menor asintió, acurrucadose contra el costado ajeno, agradecido por su cálido pelaje. Había estado frío durante días.

-Ella está tan segura y sigue mostrándome recuerdos...pero nada nuevo viene a mi- tarareo. No le gustaba la fría sensación que ella dejaba atrás con cada recuerdo compartido pero la dejaba, sintiendo su extraño cariño y añoranza por lo que alguna vez había tenido. Se siente fatal mentirle pero está funcionando, así que no puede detenerse. -Me ofrecí a quedarme con ella si dejaba ir a mis amigos...- contestó una de las tantas preguntas que el mayor había hecho. -...la llamo "mamá" para darle el gusto y ella sigue llamándome "bebé" sin importar mi edad pero no me hace nada, me deja mayormente solo. Puedo dormir en mi departamento, puedo vestir lo que quiero mientras no tenga la cara de Monkey King, puedo comer lo que sea siempre y cuando me presente para almorzar y cenar con ella, puedo hacer lo que quiera mientras no salga de la ciudad sin ella- eran reglas simples que podía seguir con facilidad.

-¿Y Wukong?- se sentía extraño preguntar por el dios peor tenía la sensación de que este no se fue muy feliz, no al tener que dejar a su sucesor atrás.

-Se fue con los demás, yo...espero que estén buscando como solucionar todo este desastre...confío en que lo estén haciendo- otro trago de gaseosa, dejando escalar un largo suspiro. -L-Lo siento, ahora estas atrapado conmigo- toco con sus dedos la tapa de la botella que tenía entre sus manos, distraído.

-Es mejor estar contigo que con ella- negó rápidamente. No estaba realmente molesto por ello, aunque en el momento sólo había estado muy sorprendido.

-Hay que irnos o ella vendrá- el reloj de la tienda marcaba la hora de la cena, algo que MK noto de reojo. -¿P-Puedes quedarte conmigo?- preguntó, tembloroso, solo queriendo aferrarse a la primer cara familiar que veía en semanas.

-Soy tu guardián, estaré contigo- asintió, sin querer dejar al chico solo con ella. Se levantaron, MK aferrándose al brazo ajeno mientras caminaban para volver a la guarida de hielo, ella recibiéndolo con una suave sonrisa y comida en la mesa, sin comentar si quiera ante la presencia del mono tras el chico.

Encontraron un consuelo entre ellos, apoyándose con su simple presencia, suaves palabras y pequeños toques, la calidez ajena siendo bienvenida ante todo lo frío. Estuvieron mayormente solos, recorriendo la ciudad, jugando algunos juegos de mesa o simplemente pasando el tiempo juntos pero un día, algo sucedió, un temblor que sacudió el sueño e hizo estremecer a los grades pedazos de hielo.

-¿Qué está pasando?- noto con asombro como el hielo a su alrededor temblaba, algunas grietas apareciendo en la superficie y extendiéndose rápidamente.

-Algo le está pasando- Macaque frunció el ceño, pensativo, sus dedos rozando una de aquellas grietas. Eso podía ser una buena señal pero no estaba muy seguro.

-¿Podemos ir a ver?- se suponía que debían quedarse en la ciudad pero tenía curiosidad, quería asegurarse de que sus amigos estuvieran bien, que ella no los hubiera lastimado.

-Podemos intentar...- asintió. -...pero vamos a mantenernos lejos de su vista- y los hundió en una sombra, apareciendo en una zona de batalla llena de hielo, alejados de la gran armadura. -Es un idiota- gruñó con molestia al ver al dios flotando, un sello grande y azulado dibujándose en su espalda.

-No, no, no, no...- si ella podía poseer a Monkey King, todo lo que había hecho, todos esos días atrapado en la congelada ciudad no hubieran válido la pena. Tenía que hacer algo, tenía que al menos intentarlo, darle más tiempo a sus amigos para buscar una solución. -¡MAMÁ!- llamó solo para distraerla, en pánico, sin saber que hacer. No tenía poderes, no tenía armas, no tenía nada. LBD detuvo lo que estaba haciendo, volteándose para ver con horror al menor, su rostro luciendo grietas, como si le costará mantener su apariencia.

-¡Mi bebé!- y mandó al diablo lo que estaba haciendo, soltando bruscamente al dios mientras se decidía a lanzarse sobre el menor, quien supo en esos momentos que había cometido un error muy grande, encogiéndose en su lugar mientras la frialdad lo envolvía y básicamente lo arrastraban de vuelta a la ciudad. -¡Tienes una sola regla: no salir de esta ciudad!- grito llena de ira, su voz resonando de una manera fantasmal como en las películas, su piel pálida rompiéndose cada vez más al igual que el hielo a su alrededor. -¡Y me desobedeciste!-

-L-L-Lo s-siento- no podía dejar de temblar, sintiendo el frío calando hasta lo más profundo de sus huesos, sus dientes castañeando.

-MK...- Macaque dudo un poco ante la mirada furiosa de ella pero terminó por acercarse, arrodillándose a su lado para poder abrazarlo con fuerza, maldiciendo entre dientes ante la piel helada del menor. Eso no era bueno.

-¡¿Tienes alguna idea de lo que hiciste?!- su cabello blanco flotaba a su alrededor, casi como si estuviera bajo el agua, sus ojos rojos brillando intensamente.

-E-Estaba preocupado...- logró jadear entre escalofríos, aferrándose al mono con la poca fuerza que tenía. -...e-el hielo se rompió...t-temí...- temió que sus amigos estuvieran heridos, temió de alguna manera que ella hubiera hecho algo malo, temió por muchas cosas.

-Oh, mi bebé...- ella de repente se relajo, su cabello cayendo, las marcas en su rostro desapareciendo lentamente pero dejando grietas aún como si le costará recuperarse. Se preguntó si su cuerpo, si el cuerpo de esa niña, iba a poder soportar mucho más. -Lo siento tanto, mi bebé- se arrodilló para acunar suavemente el rostro ajeno entre sus manos, luciendo triste mientras el chico temblaba violentamente.

-L-Lo siento- lamentaba muchas cosas pero ya no podía retroceder, no cuando ya había llegado tan lejos.

-Cuida de él, soldado- habló con suavidad, soltándolo al darse cuenta de que estaba haciendo más daño que bien, levantándose y alejándose un par de pasos. Macaque solo asintió, ya alzando al chico para acunarlo contra su pecho, intentando darle todo el calor que podía por el momento.

-Estarás bien, Kid- murmuró para sí mismo mientras se alejaba, haciendo una mueca al sentir al menor temblar más violentamente y hundiéndose en una sombra para moverse más rápido, decidido a cuidarlo. Era lo único que podía hacer.

~Monkie Kid~ 3️⃣Donde viven las historias. Descúbrelo ahora