~Monkie Kid~ 3️⃣

Nigromante #2

Espero que les guste~

Nota: Técnicamente, MK no vendió su alma, solo vendió un día entero ^_^

Nota-2: Su hubiera querido revivir a Rinrin, ahí si que hubiera perdido su alma xD

Cuando llego el fin de semana, MK estaba de lo nervios, repasando una y mil veces en su mente la excusa para no estar de turno en ese día en particular, suplicando que ninguno de ellos preguntara mucho porque sino no podría mantener la compostura y la mentira. Ya había sido difícil ocultar la marca negra que se negaba a salir de su mano, no tenía ni idea de como iba a ocultar toda la situación.

-Tu puedes, MK- respiro profundo un par de veces más antes de decidirse a bajar, ya abriendo la boca para anunciar su partida pero deteniéndose en seco ante la escena con la que se encontró. -¡¿Tu?!- se sobresalto al ver al chico de cabello blanco en el restaurando, algo negro emanando de sus dedos y rodeando las cabezas de sus amigos, quienes estaban quietos y con la mirada distante, como si estuvieran en trance. -¿Qué haces?- se le acerco a paso rápido, preocupado por lo que estaba haciendo.

-Te estoy haciendo un favor- bufo, bajando la mano, aunque ninguno de los demás se movía aun. -Relájate...- dijo ante la expresión de horror en el rostro del menor, divertido. -...solo les puse un pequeño hechizo en sus débiles y mortales mentes para que no piensen en ti por hoy...- hizo una mueca. -...lo que menos necesitamos es que alguno de ellos te busque y cause problemas- agrego con algo de molestia en su tono de voz.

-¿Ellos...estarán bien?- quería asegurarse de que no les estuviera pasando nada malo.

-Claro, claro, solo no pensaran en ti por hoy. Créeme, es por el bien de este día- engancho su brazo con el ajeno y empezó a caminar hacia la salida, el sucesor no teniendo más opción que seguirlo hasta llegar a la tienda donde lo había conocido, entrando para estar lejos de las miradas chismosas. -Manos extendidas, cariño- se sobresalto, no muy cómodo con el tono y el extraño apodo, extendiendo las manos después de unos segundos de duda.

-¿Qué es esto?- pregunto ante las pulseras doradas y algo gruesas que ahora rodeaban sus muñecas. Aunque podía verlas, realmente no sentía ni siquiera una presión, solo un ligera sensación fría por culpa del material.

-Algo que cree especialmente para ti~- chasque los dedos con una sonrisa burlona, MK jadeando con horror al ver como su piel empezaba a tornarse de un suave color violeta, desde la pulsera hacia sus dedos, retrocediendo bruscamente mientras sentía un hormigueo subir por sus brazos y muy pronto, cubriendo su cuerpo completo, incluyendo su rostro. -¿Qué te parece?- hizo un gesto, señalando un espejo colgado en la pared más cercana.

-Wow...- fue lo primero que salió de su boca, sin poder reconocerse a pesar de saber que era su reflejo. Su piel ahora era de un tono lavanda, con los ojos rojizos y cuernos en la parte superior de su cabeza no muy grandes pero tampoco pequeños, su cabello ahora negro y un poco más corto de lo que estaba acostumbrado, despeinado pero sin verse para nada mal. Abrió la boca solo para cerciorarse, parpadeando ante los colmillos que ahora tenía. Vaya, el nigromante había pensado hasta el ultimo detalle.

-¿Te gusta?- estaba satisfecho ante la expresión en el rostro ajeno. -Me inspire un poco~- rio ligeramente. -Vamos, aun tenemos que dejar a la marioneta en la montaña de tu maestro y luego ir a la pelea- sonaba como una orden.

-¡Si!- asintió rápidamente. Cargo entre sus brazos la extraña marioneta que le daba algo de escalofríos ante la falta de rasgos y humanidad, decidido a no comentar ante el extraño collar que no recordaba que tuviera la primera vez que la había visto. Se movió con agilidad gracias a su fiel bastón, deteniéndose al pie de la montaña y dejando lentamente a la marioneta en el suelo, enderezándose solo para ver hacia arriba. Ya podía imaginar que su maestro estaba durmiendo y le gustaría poder ver su cara de sorpresa pero no podía quedarse mucho tiempo.

-Espero que tengas un buen día...Monkey King- murmuro con una suave sonrisa, dándole la espalda a la marioneta y alejándose rápidamente. Tenía un evento al que ir.

... ... ... ...

Wukong estaba dormitando sobre su nube, disfrutando de un día a solas, escuchando a la distancia como sus monos jugaban entre ellos y tarareando ante la ligera brisa, solo abriendo los ojos al escuchar pasos acercarse. Frunció ligeramente el ceño, el único que venia sin avisar a su montaña era su sucesor y este había aprendido rápidamente a como hacer sus pasos más livianos, algo que utilizaba para intentar sorprenderlo y siempre fracasaba. Eso solo significaba que había un intruso en su hogar.

Gruño, moviéndose rápidamente para dejar su comodidad y básicamente atravesando la cascada que protegía su pequeña casa, parándose con firmeza y con toda la intensión de patear el trasero de quien sea lo suficientemente tonto como para llegar a su montaña.

-¿Quién rayos...?- las palabras murieron en el instante en el que sus ojos dorados se fijaron en su invasor, sintiendo como parte de su pelaje se erizaba por la sorpresa. Una mona, como él, de pelaje gris y baja estatura, mirándolo con sus ojos marrones bien abiertos y brillantes de puro asombro por todo lo que vivía. -¿Rinrin?- jadeo. Era tan joven como la recordaba pero diferente al mismo tiempo, con cabello algunos tonos más oscuro que su pelaje, corto y algo ondulado, con un vestido rojo intenso que le llegaba un poco más arriba de las rodillas y zapatos del mismo color.

-¡Wukong!- su voz, eso lo hizo reaccionar, moviéndose antes de pensarlo para poder rodearla con sus brazos y alzarla en un efusivo abrazo, una carcajada de incredulidad saliendo de su boca mientras daba vueltas, su animo solo en aumento ante la risa melódica de ella. La abrazo con fuerza, negándose a soltarla. Todas las preguntas podrían hacerse después, por el momento, solo iban a disfrutar de su reencuentro.